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De ninguno de los siete republicanos vascos vivos que combatieron en la Guerra Civil podrá decirse que fue inútil, al contrario, todos merecen nuestra honraJuntos suman setecientos años más un tesoro de experiencias y de lecciones duramente aprendidas. Los siete republicanos vascos aún vivos que combatieron en la Guerra ... Civil fueron homenajeados el pasado miércoles en Bilbao. Entre las intervenciones, conmovió especialmente la de Mateo Balbuena Iglesias, de 106 años. En Mateo tenemos al último superviviente de la batalla de San Sebastián. Líder de las Juventudes Socialistas Unificadas de Barakaldo, en julio de 1936 se unió a una columna de voluntarios que vino en socorro de los defensores de la legalidad republicana. Recuerda de manera imborrable su entrada en el paseo de La Concha, y no por la belleza del paisaje sino porque fueron recibidos a balazos por tiradores emboscados.
Tras la toma de Gipuzkoa por los requetés, Balbuena siguió luchando en el frente alavés, resistió en el Cinturón de Hierro vizcaíno, luego pasó a Asturias y desde Francia entró en Cataluña. Al derrumbe de la República en el Ebro en la primavera de 1939, intentó cruzar los Pirineos a pie. Semanas de huida como un animal furtivo, orillando pueblos y caminos, hasta que a pocos kilómetros de la frontera fue sorprendido mientras dormía. Vinieron años de cárcel y de torturas, de lucha clandestina contra la dictadura.
Desistiendo del sueño de hacerse ingeniero, encaminó sus pasos hacia la educación. Abrió una academia de enseñanza media en la Margen Izquierda y empezó a escribir libros. Lleva más de quince entre ensayos políticos, diálogos filosóficos, teatro y novelas. Su autobiografía tiene un título llamativo, 'El viejo inútil', que lo explica así: «Allá por la Transición, un joven que se decía de ETA me calificó de 'viejo inútil'. Me advirtió que cuando ellos triunfaran yo me tendría que marchar de Euskadi. Eso me dio que pensar, y me puse a escribir ese libro para ver en qué medida he sido útil o inútil para la sociedad».
Diez meses menor que Mateo Balbuena era Beatriz Sorondo Igartua, nacida en Elgoibar en julio de 1914, justo cuando Europa se abismaba en la que pronto se conocería como 'la Gran Guerra'. Este mismo miércoles, mientras los centenarios luchadores recibían el homenaje en Bilbao, Beatriz cerró los ojos en Donostia. Sus 105 años de vida se labraron con perspectiva distinta, desde la preocupación por el bienestar de los suyos. Poseía la sabiduría de esas personas que transitan por el tiempo con sencillez, generosidad y confianza en los demás. Porque también así se cambia y se hace mejor el mundo.
De ninguno podrá decirse que haya sido inútil: al contrario, todos merecen nuestra honra por sus vidas preciosas.
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