El chuletario de la convivencia
REPENSAR EUSKADI ·
Su construcción es uno de los principales retos para los próximos años y es necesario trabajarla combinando empatía con miradas a largo plazoREPENSAR EUSKADI ·
Su construcción es uno de los principales retos para los próximos años y es necesario trabajarla combinando empatía con miradas a largo plazo2020 por fin toca a su fin. Da la sensación de que toda conversación durante este año no ha versado de otra cosa que no sea el dichoso virus y sin embargo, las manecillas del mundo, de Europa y de esta nuestra sociedad vasca han ... girado también de forma importante durante este año.
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A nivel mundial, la pandemia ha puesto a la luz que somos sociedades que necesitamos cada vez más encontrar soluciones simples a problemas complejos. Parece que esta lectura era evidente para la primera y segunda olas del populismo que, sin embargo, parecen haberse aplacado un poco con la victoria de Joe Biden y Kamala Harris en Estados Unidos.
En la Unión Europea, a pesar de la incertidumbre generada por el Brexit (o tal vez por eso) la respuesta a esta situación de volatilidad económica está siendo muy distinta a la de anteriores ocasiones. Planes de estímulo e inyección de fondos para proyectos de transformación llegarán pronto a cada una de nuestras instituciones públicas para dibujar una respuesta diferente que tal vez ayude también a proyectar una Europa diferente.
En España, el acuerdo presupuestario ha demostrado que es posible articular nuevas mayorías impensables hasta hace pocos años. Demuestra también que el tablero de las alianzas comienza a moverse y que, como no se trabaje con transparencia y vocación de servicio público, es posible que se cuestionen también algunos pilares institucionales que parecían atados y bien atados.
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Todos estos movimientos llegarán, sin ninguna duda, a Euskadi. Pero también retos más particulares, algunos de los cuales han protagonizado especialmente los últimos meses. Por un lado, la igualdad entre mujeres y hombres, para la que aquellos que ocupamos posiciones de privilegio derivadas de nuestro género tendremos obligatoriamente que dar un paso atrás, como se recordó el 25 de noviembre. Por otro, el uso y la extensión de nuestras dos lenguas ofiales, para lo que el euskara necesita un impulso definitivo, tal y como se reivindicó en el Euskaraldia. En una sociedad que es mayoritariamente bilingüe, sobre todo en las nuevas generaciones, es necesario crear cada vez más esos espacios de uso del idioma, esos ariguneak tal y como subrayaba el reciente Premio Antton Abadia de la Diputación Foral de Gipuzkoa, el profesor Pello Jauregi. Crear ariguneak en las instituciones públicas y privadas, en las tiendas y universidades y por supuesto también cuando vemos series y leemos libros. En nuestro tiempo de ocio. Y cuando pidamos los regalos que están a punto de llegar a Olentzero o a los Reyes Magos, faltaría más.
Pero mirando a la sociedad vasca me gustaría detenerme en un reto ya dibujado por mi compañero de tribuna y vecino de facultad deustense en su lista de deseos para 2031: la convivencia. La construcción de la convivencia es uno de los principales retos que tiene esta sociedad en los próximos años, aunque ya no aparezca en las listas de principales preocupaciones cuando el DeustoBarómetro pregunta por ellas, ni acapare los grandes titulares de los medios de comunicación. Pero es necesario trabajarla en nuestros pueblos y ciudades, combinando ejercicios de empatía con miradas a largo plazo. Hoy me gustaría mencionar una de estas experiencias, porque creo que puede servir de ejemplo.
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Hace un par de semanas presentamos en el Teatro Principal de Donostia las conclusiones de un proceso de diálogo que durante cinco años hemos mantenido un grupo heterogéneo de personas de esta ciudad. Hemos debatido, hablado y escuchado, pero, sobre todo, hemos compartido. Hemos compartido espacios y experiencias en primera persona sobre lo que ha significado la violencia en la sociedad vasca, lo que hemos sufrido y los pasos que podemos dar a partir de dichos reconocimientos. Nos hemos mirado, nos hemos reconocido y hemos constatado la necesidad de salir de las trincheras que hemos construido durante bastantes años.
Impulsado por el Ayuntamiento de Donostia, hemos mantenido un proceso definido por encuentros discretos, moderados por una excelente facilitadora (eskerrik asko Aitzi) en los que la base de la metodología aplicada consistía en que cada uno contara con la máxima libertad posible, su propia historia y los acontecimientos que la han marcado con relación al conflicto sucedido en Euskadi. Y ha sido muy significativo ver y constatar cómo lo que a veces para una persona era fundamental para otra apenas era relevante o no era siquiera consciente de que hubiera sucedido. Todos esos retales forman parte de nuestra propia historia. Todos esos retales son los relatos de lo que ha sucedido y el comprenderlos es lo que nos ayuda a generar la tan necesaria memoria compartida. Que nunca será una memoria única, sino una memoria compartida entre todas las personas que protagonizaron su propia historia. Este es el gran aprendizaje del proceso.
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Yo no me resigno, como apuntaba mi colega Iñigo Calvo, a que los abrazos sucedan en 2030. Porque algunos están sucediendo ya. Y podemos hacer que sigan sucediendo. Por eso es necesario construir un chuletario, que ayude a generar metodologías y estrategias para que esto sea posible. Es la pequeña aportación de este proceso, que junto al documental realizado por Aizpea Goenaga está disponible en la página web del Ayuntamiento de Donostia, Bidea eraikitzen, construyendo el camino.
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