Cita secreta sobre un puente
El oficio de vivir ·
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¿Hay tarea tan hermosa como la defensa de una causa perdida y, sin embargo, sentimentalmente irrenunciable?Hernando Calleja, hermano del compañero José María, dijo en el homenaje a las víctimas de la pandemia que la memoria es un deber hacia los fallecidos para que sigan viviendo en el corazón de quienes les conocieron, quisieron y hoy les añoran. La memoria es ... un deber, sí, por más que sepamos que su llama se irá extinguiendo al par que las vidas de cada uno de nosotros. Toda biografía, como toda obra humana, tiende hacia la plenitud y declina en el silencio.
En los años treinta, los filósofos Walter Benjamin y Max Horkheimer discutieron sobre si lo pasado definitivamente pasado está, si debemos considerar las injusticias, el dolor, tanta muerte absurda como simples registros de la historia que no admiten enmienda. Así lo sostuvo Horkheimer: las víctimas son realmente víctimas y yacen para siempre, nada ni nadie las hará revivir.
Marxista y judío como él, Benjamin no veía contradicción entre el materialismo histórico y la teología, dos fuentes de aliento humanista. Para seguir recordando y resistiendo en un mundo dominado por ideologías amnésicas y por la violencia, no renunciaba a lo que denominó 'débil fuerza mesiánica': una rendija en el macizo portalón del Tiempo por donde penetrara una luz que nos conecte con los que se fueron. Horkheimer le acusó de idealismo, de mezclar deseos con ingenuas ilusiones, pues aun con toda su nobleza la pretensión de reparar la injusticia y de revertir el triunfo del mal choca con la irreversibilidad del progreso; es un residuo de mitología. Tal vez, pero ¿hay tarea tan hermosa como la defensa de una causa perdida y, sin embargo, sentimentalmente irrenunciable?
Hace ahora ochenta años, Benjamin murió en la frontera española mientras intentaba escapar a las garras de la Gestapo. Una pastilla de cianuro acabó con este pequeño pero titánico y solitario luchador que quiso hacerse cargo de las esperanzas insatisfechas de las víctimas sin apelar a dios alguno. «Existe una cita secreta entre las generaciones pasadas y la nuestra», expresó con su elegante estilo. Cita secreta sobre un frágil puente de solidaridades entre vivos y muertos donde los ausentes siguen presentes y donde la causa de los vencidos permanece abierta.
En la ceremonia del jueves, Hernando Calleja situó el recuerdo a las víctimas como fuerza de cohesión en torno a la construcción del país que muchos como José Mari hubieran querido compartir. Dicho de otro modo: la lucha de la memoria contra el olvido es también una lucha política y de alerta ante el futuro.
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