Todo complicado

No hay mascarillas que frenen a una palabra comodín que últimamente se expande viralmente por bocas. La educación de los adolescentes es complicada; el partido del domingo se presenta complicado; vienen lluvias que complicarán el tráfico en las carreteras; el aumento del desempleo deriva de la complicada situación económica; algunas personas tienen digestiones complicadas como complicado auguran los sondeos el resultado de las elecciones en USA. Una portavoz parlamentaria lamenta que «está siendo complicado hacer oposición»; sobre la evolución de la pandemia el ministro de Sanidad advierte de que «nos esperan meses complicados» mientras aguardamos la aparición de vacunas, aunque hemos de tener en cuenta que –oímos a un especialista− «son muy complicadas de diseñar».

El verbo complicar viene del latín 'complicare' con el significado original de enrollar o enroscar. Etimología que refuerza su expresividad en una civilización como la nuestra dominada por el complejo del uróboro, la serpiente que se muerde su propia cola, en nuestro caso con la variante del mono que se mira extasiado el ombligo.

En su querer decirlo todo sin casi decir nada, tenemos aquí un vago adjetivo para vagos. Cuanto sucede en el tran-tran diario ya no lo calificamos de arduo, espinoso, chungo, ni de endiabladamente jodido. Basta con atestiguar que se ha vuelto complicado. O también complicadas: tengo un amigo al que le atraen las mujeres con ese perfil, las cuales se distinguen por que a menos que consigas su manual de instrucciones no hay modo de sintonizar con ellas. Ya recordó Valéry que, así como existe una ciencia de las cosas simples, hay un arte de las cosas complicadas: puede que el amor pertenezca a esta clase.

Pero, bien mirado, lo anterior tampoco resulta del todo novedoso para quienes crecimos oyendo aquello de «¡Como si la vida no fuera ya bastante complicada!». Idea que en América expresan de manera más cruda: ¡Es todo tan chingadamente recomplicado...!