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Mañana es 9 de mayo, el 'Día de Europa'. El día del compromiso con Europa. Así, el 8 de febrero de este año el Partido Demócrata Europeo (PDE) se reunió en Bilbao, teniendo como anfitrión al presidente del PNV Andoni Ortuzar, y dio a conocer ... la llamada 'Declaración de Bilbao'. En dicha Declaración advertía con preocupación y cierta solemnidad que por primera vez en su historia la UE podría dividirse, desintegrarse e incluso dejar de existir y ello bajo el efecto combinado de los trastornos causados por una globalización mal regulada, las graves consecuencias económicas y sociales de la crisis financiera, el impacto de una revolución tecnológica sin precedentes y la gestión caótica de los flujos migratorios. Advertía a su vez algo que desgraciadamente es palpable cual es la existencia de fuerzas políticas extremistas dedicadas con ímpetu obsesivo a explotar las preocupaciones y los miedos de ciudadanos atemorizados y desorientados. En dicha Declaración se afirma que Europa necesita un respiro y una refundación profunda y democrática. Se reflexiona sobre la exclusión de la visión y el destino europeos de las personas y ciudadanía en general, sin las cuales la UE no puede ser posible ni viable. Entendía que resultaba imprescindible detener cuanto antes esta lesiva deriva.
Se señalaba directamente y sin ambages a los partidos políticos que dominan la escena europea en las últimas décadas acusándoles de no estar en posición de revivir el tremendo impulso europeo que crearon los llamados 'padres fundadores' como fueron, por citar algunos, Monet, Adenauer, Schuman, De Gasperi. Afirmaba la llamada Declaración que dichos partidos están 'cansados', que las políticas europeas suelen resultar demasiadas veces insuficientes o incompletas y que como consecuencia directa son demasiados los desengaños que se están generando en la ciudadanía de la UE, entre ellos, la enorme y creciente brecha entre ciudadanos e instituciones europeas, brecha que no deja peligrosamente de aumentar.
Se entendía que había que tomar la iniciativa en el sentido de hacer que los ciudadanos compartan el sueño de los valores de respeto por la dignidad humana, del estado de derecho, la libertad, de la igualdad, la solidaridad y de la responsabilidad, valores que están encarnados en nuestras sociedades a través del pluralismo, la no discriminación, de la tolerancia, del respeto de las minorías nacionales y lingüísticas, de la igualdad entre hombres y mujeres y de la inversión en la juventud y la educación. El PDE en dicha Declaración afirmaba que quería, y quiere, y debe inspirar una nueva constelación política cuyo objetivo es que Europa vuelva al buen camino.
Sobre el cambio climático el PDE lo tiene meridianamente claro: «las políticas europeas para abordar el cambio climático están entre las más ambiciosas del mundo, pero mientras EE UU ha dado la espalda a los acuerdos de París, Europa debe ir incluso más lejos con un ambicioso plan para la transición hacia la economía verde, financiada por nuevos recursos propios y creando millones de empleos». Idem respecto a las políticas económicas: «Hemos creado una moneda única pero todavía no tiene liderazgo político. Tampoco existen los instrumentos ni los medios presupuestarios para permitir que los países de la zona euro coordinen sus políticas económicas y se beneficien de la solidaridad de sus socios cuando se producen golpes asimétricos. Hemos creado una unión económica y monetaria pero permitimos que los estados miembros compitan ferozmente en asuntos fiscales, especialmente en lo que respecta al impuesto sobre sociedades».
En la Declaración se autocritica con respecto a la contradicción que supone, por un lado, proclamar con énfasis una clara determinación de proteger a la UE de los excesos de la globalización, pero, por otro lado, dejar que los principales competidores externos se hagan con el control de empresas o infraestructuras estratégicas así el surgimiento de gigantes industriales europeos capaces de competir.
Se admite lo contradictorio que significa impulsar la adopción del Pilar Europeo de Derechos Sociales, pero seguir careciendo de instrumentos eficaces contra el dumping social y de una hoja de ruta para fomentar la convergencia social dentro de la UE. Contradictorio también, y doloroso, establecer una frontera común pero sin vigilarla de forma igualitaria dejando que los estados miembros del sur controlen casi solos decenas de miles de kilómetros de fronteras marítimas sin reglamentos comunes sobre el asilo a los emigrantes. Y hablando de emigración, se admite el contrasentido de estar presionando a los estados africanos de origen o tránsito para que limiten la salida de sus ciudadanos hacia Europa, pero sin poner en práctica una especie de Plan Marshall que necesita África para asegurar el desarrollo de un continente con una población en rápido crecimiento.
Parafraseo al lehendakari Iñigo Urkullu quien habló en el evento: «Es preciso reforzar el papel del Parlamento, el liderazgo de la Comisión y potenciar el Comité de la Regiones (...) mejorar el encaje en especial de las Regiones Constitucionales, resulta fundamental para la futura gobernanza de la UE (...) reitero nuestro compromiso con el futuro de Europa, con la construcción de una Europa próspera, generadora de bienestar, solidaria, igualitaria, unida en su diversidad y asentada en una auténtica gobernanza multinivel». Sea.
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