El cuarto rey tampoco existe
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EL OFICIO DE VIVIR ·
Muchos discursos desentonaron en un país compuesto no de vasallos agradecidos sino de ciudadanos conscientes y vigilantesEn el concurso '¿Qué es un Rey para ti?' participan cada año escolares de toda España con textos, dibujos, canciones, vídeos y multimedias de exaltación del jefe del Estado, con la promesa de que los premiados irán a Palacio a entregarle personalmente sus panegíricos.
En ... tiempos de Juan Carlos I, la cándida imaginación infantil lo plasmó en guisas tan pintorescas como la de un superhéroe que salva al país de la crisis y acaba con el paro, como titán que porta sobre sus espaldas todo el peso de España o como portero de la selección que detiene los penaltis del terrorismo, el golpismo y la fragmentación. En verso, en prosa o en letra de rap, varias quintas de alevines han sido inducidas a loar las virtudes de un soberano sencillo y comprensivo, trabajador y sin apego a la riqueza; «buen padre, nos protege de la injusticia, desigualdad y violencia, y nos da libertad, derechos, democracia y respeto»; «un ejemplo de perfección»; «un tío guay»; basten como muestra de los piropos dedicados al hoy emérito, tenido entonces por benemérito, a lo largo de más de treinta ediciones.
A comienzos de siglo, una escolar cántabra fue premiada por presentar a don Juan Carlos como «un gran Rey Mago que busca la felicidad de todos los españoles los 365 días del año». Hecha ya mujer, la entonces niña se habrá cerciorado de que tales reyes no existen. Igual que ella, muchos de los que se han ido haciendo adultos han tornado en descreídos; quienes fueron iniciados en la lisonja acrítica y el retratismo cortesano falaz tienen motivos para sentirse estafados.
Educadores, historiadores, analistas y periodistas tardan ya en acompasar sus discursos al registro que conviene a un Estado constitucional del siglo XXI ordenado con valores democráticos y compuesto no de vasallos agradecidos sino de ciudadanos conscientes y vigilantes dotados de razón crítica. Siendo así, a los niños que participen en próximas ediciones de '¿Qué es un Rey para ti?' debería formárseles para que puedan responder con mayor sustancia cívica: que interioricen no solo lo que ha representado la institución monárquica sino cuáles son sus responsabilidades y prerrogativas, las bases de su legitimidad y la preeminencia de la ley sobre el Rey.
En acabar con el bochornoso culto a la personalidad, propio de caudillismos medievales e inevitable fuente de corruptelas, así como en avanzar hacia una moderna ciudadanía democrática, se juega su supervivencia el joven pero ya achacoso régimen de la Segunda Restauración.
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