Cucarachas e inconsciente
Giputxirene ·
Todos albergamos un 'subsuelo' hojaldrado de deseos, complejos, bloqueos... Ahí están algunas razones de nuestra forma de ser y actuarSecciones
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Giputxirene ·
Todos albergamos un 'subsuelo' hojaldrado de deseos, complejos, bloqueos... Ahí están algunas razones de nuestra forma de ser y actuarEl pasado verano empezaron a pulular por casa unos bichillos con patitas, redondos y amarronados, moviéndose a media altura por paredes y muebles. Achacamos su ... presencia a la estación cálida en la que la vida insectil suele multiplicarse en sus más variadas formas. Al poco asomaron otros parásitos algo más grandes y repulsivos, con antenas y corteza abetunada: las clásicas cucarachas. Hubo que tomar medidas para su exterminio, pero pronto se revelaron insuficientes. Lo que en principio parecían incursiones de individuos aislados crecieron hasta convertirse en auténticas colonias de 'okupas'. Los botes de Cucal se fueron consumiendo a ritmo frenético. Por lavabos y desagües, por los huecos de ventilación y de suministro, de día como de noche surgían repelentes visitantes para anidar en zonas de calor desde donde se reproducían y expandían.
Buscando explicación a la plaga, recordé un reportaje publicado en este periódico sobre el gran colector de saneamiento de aguas pluviales y residuales que discurre por las entrañas de nuestra calle. Una infraestructura subterránea impresionante, remedo a escala de la célebre 'Cloaca Máxima' de la Roma imperial, que aquel mismo verano iba a ser objeto de trabajos de renovación. Ahí debía de estar la clave: el hábitat de las alcantarillas se había visto alterado con la irrupción de máquinas para el taladrado, la perforación y el desmonte de paredes. Huyendo del apocalipsis, los insectos tomaron la vertical. Ello se confirmó al término de las obras (perceptible por el cierre de la zanja de acceso desde la superficie): ya no han vuelto a aparecer nuevos intrusos.
Esta prosaica experiencia doméstica ilustra sobre las limitaciones de nuestra perspectiva bípeda anclada en la horizontalidad. Tendemos a olvidar que bajo las diáfanas calles hay toda una maraña invisible y subterránea, un embrollo de cloacas y de conductos sin los cuales la vida sobre el asfalto no sería posible, pero donde también se expresa con potencia la biología: 'especies de espacios' que diría Georges Perec, a los que prestamos poca o nula atención pese a que no raras veces están en el secreto de lo que nos sucede cotidianamente.
Algo parecido se da en los paisajes interiores del ser humano. Todos albergamos un 'subsuelo' hojaldrado de deseos, complejos, bloqueos, pulsiones... Si nos adentramos debidamente pertrechados podremos hallar allí algunas razones de nuestra manera de ser y de actuar. Hondones desde los cuales, de cuando en cuando, trepan parásitos en forma de pensamientos intrusivos, de miedos y de obsesiones que nos trastornan. Las cucarachas del inconsciente.
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