
Descifrando la ciudadanía pandémica
IGOR CALZADAMBA, FERSA. PROFESOR SÉNIOR INVITADO, HUMANIDADES DIGITALES GLOBALES, MONDRAGON UNIBERTSITATEA
Martes, 6 de julio 2021, 07:05
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IGOR CALZADAMBA, FERSA. PROFESOR SÉNIOR INVITADO, HUMANIDADES DIGITALES GLOBALES, MONDRAGON UNIBERTSITATEA
Martes, 6 de julio 2021, 07:05
Cuando parecía que teníamos todas las respuestas (técnicas), la pandemia nos ha cambiado muchas preguntas (sociales) con profundos efectos globales y altamente interdependientes. Pero ni ... el propio Benedetti podría haberse imaginado un mundo pospandémico superando la distopía de la serie 'Black Mirror' con tecnologías biométricas en nuestros smartphones amenazando nuestra privacidad. Tal vez estemos dejando de ser esos ingenuos 'ciudadanos globales' que se movían por el mundo libremente, para convertirnos ya en 'ciudadanos pandémicos': en alerta permanente, con movilidad reducida, ultraconectados digitalmente y afectados por esa interdependencia.
La soberanía ha trascendido la geopolítica y la economía, adquiriendo cada vez más una dimensión digital. Facebook y Google han asumido ya muchas funciones que hasta hace bien poco eran feudo exclusivo de los Estados-nación: de la cartografía a la extracción/monetización de la economía de nuestros datos. Una soberanía que lejos de desvanecerse se manifiesta con claridad en la era posBrexit. Es difícil olvidar las palabras de la ex primera ministra británica Theresa May: «Si usted cree que es ciudadano del mundo, usted no es ciudadano de ninguna parte; no entiende lo que significa ciudadanía». De aquellos polvos estos lodos, ya que su sucesor, Boris Johnson, incluso erigiéndose como el héroe de la guillotina Brexit, tras los recientes resultados electorales, observa atónito cómo la 'ciudadanía escocesa' parece tener claro que la señora May que quieren ser ciudadanos soberanos en una Scotland que no esté fuera de la UE.
En la encarnizada guerra geopolítica digital global, EE UU y China se baten entre dos modelos antagónicos. La UE y Reino Unido llevan abriendo una prometedora tercera vía poniendo a la ciudadanía como sujeto soberano digital a través de tres pilares: los derechos digitales, la privacidad y la ética. Apple y Google ya están compitiendo por la privacidad, mientras que la UE ha comenzado a regular la inteligencia artificial y Biden propone levantar las patentes de la vacuna. La pandemia ha dado un cheque en blanco a la industria tecnológica para la adopción acrítica de los servicios públicos. Es más necesario que nunca que detectemos el solucionismo tecnológico mediante la alfabetización digital.
Más de un lector pensará que todo ello invita a replegarse en el terruño localista. Nada más lejos de la realidad: (1) la no-normalidad pandémica ha llegado para quedarse; (2) los riesgos derivados del calentamiento global están correlacionados con la posibilidad de similares efectos pandémicos colaterales de manera cíclica; y (3) ergo mayor interdependencia y potencial vulnerabilidad. El repliegue en el bienestar individualista/localista no sería la mejor manera de preparar la era pospandemia porque los inmensos retos de recuperación son interdependientes. Pero, ¿cómo navegar en estas turbulentas corrientes globales con efectos digitales, territoriales y políticos inmediatos en lo local? Requerimos de nuevas conectografías para descifrar estas transformaciones en Euskadi y en el mundo. Una Euskadi permeable que sepa estar interpretando las señales que recibe con agilidad para tener voz propia en este trepidante concierto internacional. Y es que ya se lo debió de decir Fidel Castro al lehendakari Ibarretxe: 'Ustedes ven el mundo desde Euskadi, nosotros vemos Cuba desde el mundo'.
Necesitamos formar a personas con una visión más internacionalista del mundo; una perspectiva en la que comprender el mundo no implique dejar los problemas locales de lado. Una visión que conjugue la identificación de los riesgos y potenciales de las sociedades hiperconectadas y, a su vez, probar maneras en las que podamos lograr sociedades con menor desigualdad social en cualquier pueblo de Euskadi. Personas que desde sus contribuciones puedan hacer de Euskadi un laboratorio ciudadano y experimental como parece AS Fabrik debería ser para Bilbao/Euskal Herria.
Para los que trabajamos en el ámbito universitario, es clara la apuesta: formar a personas en ciencias sociales aplicadas a la ciudad y la tecnología desde unos parámetros de interdependencia global considerando la robustez académica sumada a la experimentación socioeconómica. Aspectos en los que venimos investigando desde la Universidad de Oxford y ahora en la Universidad de Cardiff también con la creación de un parque de investigación en ciencias sociales aplicadas. Es tiempo para prepararse con las sabias palabras de Bruno Latour: El mundo no es un continente sólido de hechos salpicados por unos pocos lagos de incertidumbres, sino un vasto océano de incertidumbres salpicado por unas pocas islas de formas calibradas y estabilizadas.
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