El acuerdo para una revisión del modelo fiscal vasco alcanzado por PNV, PSE y Podemos parece zanjar un litigio rodeado en los últimos meses de ... demasiado ruido y de un evidente déficit de claridad. Hay que felicitarse, por fin de que esta historia, salvo inesperada sorpresa, llegue a su buen término. Pero se ha tratado de un camino con demasiados recovecos y claroscuros, sin tener claro a qué puerta se quería llegar más allá de la voluntad por alcanzar una mayoría estable con principios demasiado generalistas y bienintencionados. Los vetos cruzados han sido un lastre inicial evidente. La consulta planteada por Podemos –con un resultado favorable por escaso margen que después fue reconsiderado para concluir que no fue 'concluyente'– ha sido el epitafio de una serie por capítulos basada más en la improvisación que en un guion ordenado y racional. Si algo agradece la ciudadanía, y por supuesto el mundo económico, es contar con un marco de certidumbre en el que tiene que desarrollarse la política tributaria, lejos de cualquier sesgo de inestabilidad y sin saltos en el vacío fruto de la inseguridad o del postureo efectista para el aplauso fácil. Cuando las tácticas partidistas y el cortoplacismo se imponen al sentido común es que vamos por el mal camino. Es ahora el momento de analizar con sosiego el alcance real de los cambios introducidos en la norma tributaria, y hasta qué punto se ha realizado un reajuste y analizarlo con datos reales sobre los ingresos que pueden engordar o adelgazar las arcas en función de las medidas acordadas. Hace falta una disección pormenorizada sobre todas las tablas y variables frente a la simplificación que en ocasiones juega con las etiquetas y los prejuicios en el centro de un juego de intereses cruzados. Se trata de avanzar sin tópicos ideológicos para saber si la reorientación fraguada en este último tramo negociador de la norma castiga o beneficia a un amplio sector de la clase media guipuzcoana o si incluye medidas efectivas y necesarias que respondan a los retos actuales. O si el pretendido giro a la izquierda del que se presume «castiga a la empresa vasca» como dice la cúpula empresarial, o no sirve para la redistribución de la riqueza, como sostiene ELA. Será el análisis tranquilo el que determine el alcance real y el impacto de esta batería de propuestas. Así saldremos de dudas y confirmaremos si el pacto va a apuntalar, o no, las políticas públicas, reforzar la lucha contra la desigualdad y mejorar la competitividad de la empresa guipuzcoana.

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