Donald Trump anunció que impondrá aranceles del 25% sobre todo el acero y el aluminio que entre en Estados Unidos cuando volaba en el avión presidencial a la Super Bowl, lo que contribuye a que sus amenazas sean percibidas como ecos de una tormenta. «Es ... muy simple: si nos cobran, nosotros les cobramos», explicaba a bordo del Air Force One. La advertencia del presidente de EE UU tendrá consecuencias para sus principales socios comerciales –México y Canadá, ya sometidos a presión–, pero también para Europa, a la que Trump sitúa en el ojo del huracán al considerar que «ha tratado muy mal» a su país. La Comisión Europea declaró que responderá «con firmeza» a la imposición de unos gravámenes «ilegales» e injustificados. Aunque sea solo un 'anuncio táctico', tendente a negociar desde una posición de fuerza, el aviso del magnate genera un daño inmediato, más allá de la incertidumbre. Y más cuando añade criterios de arbitrariedad, de manera que se reserva la opción de cargar contra las naciones que se resisten a sus exigencias, como el aumento del gasto en defensa.
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España es uno de los países directamente afectados por la 'guerra del acero'. El sector ya venía castigado por una reducción de la producción hasta dejarla en 11,4 millones de toneladas, la más baja desde 2020. Se trata de un material imprescindible en la construcción que se vio sometido desde entonces a sobresaltos por la guerra en Ucrania y el desabastecimiento mundial. Su encarecimiento obligó a retrasar, cuando no a paralizar, grandes obras e infraestructuras. Ahora el riesgo es que el acero 'low cost' de China ocupe su lugar en el mercado.
El Gobierno de Pedro Sánchez ha optado por la prudencia y se reunirá con el sector, muy potente en el caso de Euskadi. Las empresas vascas tienen en Estados Unidos su tercer mercado más importante, tras Alemania y Francia. Por eso no es de extrañar que sus principales referentes siderúrgicos hayan hecho causa común para pedir a la UE que «se ponga las pilas» ante la nueva ofensiva arancelaria. El sector podrá sortear algo mejor la andanada porque algunas de sus plantas están ubicadas en EE UU. Está por ver la reacción de Europa. Si planta cara como ha hecho China y pone en práctica un contraataque con recargas a las importaciones estadounidenses, en una guerra de imprevisibles consecuencias. O si espera a que amaine la tormenta. No parece que la calma regrese porque Trump amenaza con nuevos tributos.
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