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Es todo un éxito para el tejido productivo de Euskadi que una empresa de la importancia de Talgo siga en manos vascas y, además, consolide ... su arraigo en el territorio. El mantenimiento de la histórica firma de trenes, que tiene su principal planta de España en la localidad alavesa de Rivabellosa con 700 empleos directos, ha sido posible gracias a una fórmula de colaboración inédita. El consorcio liderado por Sidenor y el Gobierno Vasco, con el apoyo de dos de las fundaciones propietarias de Kutxabank, ha logrado enganchar a la compañía frente al riesgo de sucumbir a las opa que planteaban ferroviarias de Polonia e India. El respaldo prestado por el Ejecutivo central ha sido determinante para culminar la operación y garantizar el control nacional de Talgo. Su declarada disposición a activar el 'escudo antiopas' ha podido desanimar de la puja a los competidores extranjeros, que optaron por la retirada.
Los cuatro pilares del consorcio asumen la compra del fondo británico Trilantic, socio mayoritario con el 29,7% de las acciones, por un importe total de 183 millones. La siderúrgica que lidera José Antonio Jainaga y el Gobierno autonómico, a través del fondo público Finkatuz, aportarán 45 millones, lo mismo que BBK. Vital, por su parte, pondrá 20. Las antiguas cajas de ahorro han contribuido a poner en práctica un interesante modelo de cooperación, alejado de sus habituales fines sociales: se han involucrado de manera directa en un proyecto concebido para evitar la fuga de empresas señeras como Talgo.
El arraigo de la compañía ferroviaria, apuntalado por el traslado de su sede a Euskadi, insufla energía a un sector que sufre las incertidumbres de la guerra comercial de Trump. En el caso vasco, su tejido ofrece señales de retroceso, manifestado en la destrucción de empleos industriales –4.400 el año pasado–, la amenaza de cierre de empresas y una producción algo estancada que sufrió en 2024 su primera caída en más de una década. Debilidades que han llevado al Ejecutivo vasco a inyectarle 500 millones.
Por eso no es de extrañar su indisimulada alegría por una operación que «reforzará el empleo». Entre los directos y los generados por proveedores, Talgo garantiza casi 6.000 puestos en Euskadi. En su próximo reto, medirá su capacidad para sacar adelante una cartera de contratos valorada en 4.000 millones, un desafío que quizá le obligue a recurrir a fabricantes con los que acaba de competir.
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