El último informe de coyuntura de Adegi constituye un importante recordatorio de las luces y sombras que marcan nuestra realidad industrial. Según este informe, el índice de crecimiento se situará entre el 1 y el 2%. Pero empiezan a aflorar algunas señales de inquietud que ... han encendido las primeras alarmas sobre la robustez del músculo industrial, en especial la ligada a la automoción. La crisis de las economías alemana y francesa han influido negativamente en las cifras de las exportaciones guipuzcoanas. Este problema se une también a un momento de incertidumbre respecto al propio modelo productivo. El ejemplo paradigmático es el estancamiento que sufre el coche eléctrico y la transición compleja de los fabricantes de los motores de combustión en una Europa en la que determinados procesos de cambio exigen más flexibilidad y menos rigideces. Si a eso le unimos el incierto futuro de la política arancelaria tras la llegada de la Administración Trump nos encontramos ante una Unión Europea con flancos frágiles que pueden complicar la recuperación económica. Y, lógicamente, el País Vasco y Gipuzkoa no son una isla en este entorno y sufren los cambios de ciclo económicos. Se empiezan a reflejar unos puntos de vulnerabilidad que deben ser tenidos en cuenta, ademas de otras vertientes de indudable fortaleza, y que componen un panorama paradójico a medio plazo. Se trata de competir bien y de evitar que un proceso de 'terciarización' de nuestra actividad económica vaya en detrimento de una tradición industrial que ha sido una imagen de marca de Gipuzkoa a lo largo de la historia y que se identificaba con la figura tradicional de un taller. Que aparezcan lo primeros ERTEs o que proliferen las reflexiones sobre los elevados costes laborales suponen constar algunos nubarrones cara al 2025. No se trata de caer en el injustificado alarmismo, porque, a pesar de todo, las previsiones son de crecimiento. Se trata de tener los pies en el suelo, de entender cuáles son los peligros que nos acechan y de prevenir posibles carencias, con un esfuerzo compartido de empresa y trabajadores. En las últimas semanas han aparecido determinadas sombras que tienen que ver sobre todo con la fuerza del compromiso y el déficit de arraigo de determinados proyectos industriales. No podemos dormirnos en los laureles y debemos entender que la apuesta por una industria activa en Euskadi –y para ello el vector de la innovación es estratégico– es consustancial al desarrollo económico y social.
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