La Diputación Foral de Gipuzkoa anunciará previsiblemente la próxima semana un acuerdo para la aprobación del proyecto de Presupuestos para 2025. Si finalmente no se tuerce la voluntad de los grupos políticos en las Juntas Generales, se antoja en el horizonte más inmediato que el ... Ejecutivo foral PNV-PSE va a contar, de entrada, con el respaldo del PP, lo que le garantiza la mayoría absoluta. El gobierno de Eider Mendoza no repetiría así el episodio del pasado año en el que la falta de entendimiento precipitó la retirada del proyecto y una prórroga presupuestaria que, aunque no ha impedido la gestión, la ha complicado. La Diputación ha querido que su iniciativa -un proyecto de presupuesto foral de 1.218 millones de euros para el ejercicio de 2025, lo que supone un aumento del 8,9%- suponga una cifra récord en política social de forma que se convierta en un acicate de presión negociadora. La oposición no es tan tajante y rebaja ese perfil inversor.
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El próximo encuentro servirá para clarificar definitivamente las posiciones. Si EH Bildu mantiene su enmienda a la totalidad -a pesar de la petición del PSE, a través del teniente de diputada general José Ignacio Asensio, para que la coalición independentista recapacite su enmienda a la totalidad- y del llamamiento de la diputada general a ampliar el pacto foral al que se podría sumar Podemos, el movimiento del PP es un cambio novedoso en la política vasca que puede ser precursor y rompe la dinámica de bloques marcada por la actual política de alianzas. La Diputación logra desbloquear sus cuentas con una carambola política que permite al PP salir del aislamiento y rentabilizar al máximo sus tres escaños en las Juntas, aunque este respaldo incomode, sobre todo, al PSE. Gipuzkoa, de esta manera, rompe esquemas prefijados y anticipa un sistema de mayoría con una asombrosa volatilidad.
Es una buena noticia para la estabilidad de las instituciones guipuzcoanas y es una señal positiva que en un momento en el que el populismo y el extremismo amenazan a los modelos democráticos liberales, la tradición pactista de Gipuzkoa vuelve a asentarse y a demostrar que en tiempos de desafección hacia la política y hacia las instituciones, hay acuerdos que merecen ponerse en valor como referentes de integración e inclusión. Sobre todo si responden a la voluntad de la sociedad civil de avanzar hacia el progreso y bienestar del territorio desde la constatación de que lo que une es mucho más poderoso que lo que separa.
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