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Editorial

Redes sociales responsables

La protección de los menores se convierte en una necesidad ante los riesgos tóxicos de las nuevas tecnologías de la comunicación

Miércoles, 26 de marzo 2025, 01:00

El Gobierno ha acordado elevar a los 16 años la edad mínima para abrir una cuenta en las redes sociales en el marco de una ... actuación más decidida en defensa de los menores, sobre todo por la proliferación de vídeos de contenido sexual. Se trata de una actuación necesaria. El mal uso de las redes sociales y el abuso en su consumo se han convertido en un debate de enorme interés en la sociedad contemporánea. Junto a estos ataques a la intimidad, la reactivación de bulos y falsedades tiene que ver con un fenómeno de desinformación que amenaza con contagiar el empleo de las nuevas tecnologías y formatos. Pero sería injusto simplificar el asunto y no saber deslindar los aspectos positivos de los negativos. Las redes, bien utilizadas, pueden ser un instrumento útil para asentar la conexión entre las personas. Pero, a la vez, puede servir para difundir noticias malintencionadas o rumores que son denigratorios de la dignidad de las personas o alientan al odio y la demonización del 'otro'. El uso irresponsable e inadecuado de las redes produce una saturación informativa que contribuye a desinformar más que informar, que educa en los prejuicios más que en comprender y que puede ser el origen de graves adicciones. Sabemos que las redes sociales pueden convertirse en un manual de propaganda en determinadas circunstancias, como se demuestra en la guerra de Ucrania; o también en las dinámicas de polarización política que se han evidenciado con la victoria de Donald Trump en Estados Unidos, que supone una erosión de valores de la democracia liberal que parecían asentados. Se trata de garantizar que la política democrática no se va a ver sustituida por un nuevo autoritarismo de redes sociales en el que desaparece el derecho a la privacidad y a la intimidad, en el que la juventud y la adolescencia se convierten en caldo del cultivo de manipulación de las emociones. La discusión abierta plantea incluso la necesidad de establecer códigos de funcionamiento ante el riesgo del anonimato o para evitar la comisión de delitos, las estafas, las suplantaciones de identidad, el tráfico de pornografía de menores o los ataques a la ciberseguridad. Es una labor que compete a padres y educadores, pero no solo. Las redes nunca pueden sustituir la comunicación cara a cara. La tecnología ha cambiado la forma en que vivimos, trabajamos y nos socializamos. Pero no puede remplazar la paternidad ni la responsabilidad.

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