Secciones
Servicios
Destacamos
Las conversaciones abiertas entre Donald Trump y Vladímir Putin para impulsar una negociación que ponga fin a la guerra en Ucrania han desatado la inquietud ... internacional ante la conjunción de intenciones de ambos mandatarios. Especialmente si aprovechan la ocasión de la paz después de tres años de conflicto para definir otros intereses comunes que mantienen Estados Unidos y Rusia. Por ejemplo, el reparto energético del mundo. O la oportunidad concedida a Moscú de liberarse de sus hipotecas con China. Cada vez que afrontan un escenario de diálogo, Trump y Putin acaban desplazando a la Unión Europea, deliberadamente orillada.
El futuro de Ucrania aparece así como un sucedáneo del trueque al que parecen dispuestos ambos mandatarios sobre una agenda aún no desvelada. Así lo dejan entrever las primeras declaraciones del nuevo secretario de Defensa de Washington, Pete Hegseth. Avisó de que «no sería realista» que Kiev recupere las fronteras de 2014, cuando Rusia invadió la península de Crimea. Y descartó la integración ucraniana en la OTAN. Se trata de un punto de partida tan favorable a Putin que solo puede entenderse porque la Casa Blanca tenga el propósito de congraciarse con Moscú a cuenta de la integridad territorial de Ucrania y de las necesidades de defensa de Europa.
Con esos argumentos, que plantean cesiones a las primeras de cambio para Volodímir Zelenski, el presidente de Estados Unidos no solo enmienda a la totalidad el mandato de su antecesor, Joe Biden, en su alineamiento sin dobleces con Ucrania y Europa frente a la amenaza cierta que la autocracia rusa representa también para la democracia estadounidense. Está retorciendo la historia posterior a la Segunda Guerra Mundial, y la que siguió a la caída del Muro de Berlín. Sin que nadie pueda adivinar en qué acabará tal pulsión, si no es en la fugaz consagración de la arbitrariedad de los poderosos de hoy.
Porque cuando Donald Trump relega al país que está siendo víctima del afán panruso de Vladímir Putin no solo comete la injusticia más atroz. Incurre además en un error estratégico propio de la obcecación. Ucrania y Europa son argumentos ineludibles para que un presidente de Estados Unidos defienda los intereses de su país frente al postsovietismo de Putin. Pero si se los entrega, la Casa Blanca también se someterá al Kremlin.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.