Borrar

La banda Loquillo y los Trogloditas, en una de esas canciones bumerán que de vez en cuando vuelven para taladrarme el hipotálamo, cantaban: «En la escuela aprendí / cómo ser del montón, / en el barrio dijeron: / 'nunca pidas perdón'. / El rocanrol me enseñó / a no decir ... un sí por un no, / y mi padre a hacer las cosas / por amor.» Mis colegas y yo, con el pavo de los quince años tan subido que a veces, por puro instinto, hasta teníamos razón, le cambiábamos el final y el título a un tema que pasó a llamarse 'Por error'. La clarividencia adolescente no siempre es voluntaria, pero suele acertar: cuántas veces la habremos cagado, individualmente y como especie, por confundir el amor con otras cosas que nada tienen que ver con él; y en cuántas ocasiones un despiste bobalicón nos habrá conducido hacia el amor verdadero –por otra persona, por un oficio, por una afición o, con un poco de suerte, por uno mismo– por una autopista de triple carril y sin peaje.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

diariovasco Por error