Escuela para la vida
EL OFICIO DE VIVIR ·
La concepción utilitarista de la enseñanza entra en crisis al no poder imaginar cómo será el futuro ni cómo prepararse para afrontarloSecciones
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EL OFICIO DE VIVIR ·
La concepción utilitarista de la enseñanza entra en crisis al no poder imaginar cómo será el futuro ni cómo prepararse para afrontarloEscuela viene del griego 'skholé', que significa ocio o diversión. Este aparente contrasentido data de cuando el ocio se concebía como un tiempo en el que el ciudadano, suspendiendo sus cotidianos quehaceres, se consagraba al estudio, la enseñanza, el cultivo de la sensibilidad a través ... de las artes o la participación política. A nadie escapa que los atenienses podían darse a la 'skholé' porque el pan lo ganaban con el sudor de la frente de sus esclavos, pero ello no desdora el ideal humano que entonces se fijó y que perviviría durante siglos con afán de universalidad: el de la educación no solo como preparación para la vida sino como ejercicio mismo de vivir dignamente, el de la actividad intelectual o artística como carente de precio pero con valor, el del esfuerzo desinteresado.
Durante la Revolución francesa, el matemático Nicolás Condorcet elaboró un completo programa de instrucción pública inspirado en la 'skholé' griega. La nueva escuela, además de espacio para el desarrollo de la razón y el saber académico, promovería el aprendizaje de la convivencia: esto es, resolver problemas colectivamente, compartir experiencias y juegos, e imaginar juntos una comunidad de libres. De manera que, al mismo tiempo que se adiestraban para el trabajo, los jóvenes se iban forjando como sujetos autónomos en tanto que ciudadanos en democracia.
Esa utopía quedó arrumbada tras imponerse la concepción utilitarista de la enseñanza, modelo claramente en crisis hoy que somos incapaces de imaginar cómo será el futuro y, en consecuencia, cómo prepararse para hacerle frente. Con esto en cuenta, la educación artística y cultural quizá fuera un modo de recuperar lo mejor de aquel espíritu humanista en los programas escolares. Facilitando el flujo constante entre el cerebro sensible y el cerebro técnico y, en paralelo, incorporando hábitos básicos como la honestidad o 'culto' de la verdad, la independencia de juicio, el diálogo y la confrontación de opiniones en libertad y, por extensión, el amor por las libertades individuales y sociales, así como el aprecio hacia lo público.
Este programa convendría aplicárnoslo todos en modo formación permanente a lo largo de la vida ya que cada humano es un proyecto siempre en construcción, incluso una obra creativa que modelamos con nuestro hacer diario (idea que también surge en Grecia como 'techne tou biou'). Valga esto como escolio a la afirmación de José Antonio Marina de que la educación representa «la gran aventura de la humanidad».
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