Érase una vez una reina llamada Grimilda, que estimaba su presunción por encima de todo. De ahí que tuviera siempre ante sí un espejo al que de vez en cuando preguntaba si había en el mundo una mujer más hermosa que ella. Y el espejo, ... cuidador de su propia supervivencia, la respondía indefectiblemente: «¡Sí, reina, eres la más hermosa! ¡Todo lo que haces es perfecto! ¡Nadie en el reino es comparable a ti!».

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Al leer la cosa titulada '¡Cumpliendo!' que Pedro Sánchez presentó hace unos días, avalado por un grupo de expertos, el cuento de la reina Grimilda se convierte en metáfora de la imagen de sí mismo. Una imagen que además pretende difundir por todos los medios el actual presidente. Lo habitual en las democracias es que periódicamente el Gobierno someta sus realizaciones, o las grandes líneas de su política, a la consideración de los parlamentarios. Bien es cierto que los debates en el Congreso no son precisamente enriquecedores y que la democracia no debe nada a las explosiones verbales de los portavoces de PP y Vox. Aitor Esteban acierta al subrayarlo. Tampoco Adriana Lastra es un prodigio de 'esprit de finesse'. En cualquier caso, es uno de los precios a pagar por la existencia de un régimen constitucional donde la actividad crítica de la oposición, por pedestre que esta sea –la de Ciudadanos ciertamente no lo es–, resulta inexcusable.

Ahora ese molesto peaje resulta sustituido por una operación más de propaganda, donde el ejercicio de marketing habitual a cargo de Sánchez se encuentra respaldado por una exhibición del vacío que puede alcanzar la jerga burocrática. '¡Cumpliendo!' no viene a probar nada en concreto, ni está hecho para ser leído y examinado. Se habla en sus páginas de anexos que luego no figuran en el texto normal al que accede el público en la Red. Estamos simplemente ante un cheque en blanco, para que Sánchez nos convenza en su discurso de lo estupendo que es. La reina nos deslumbra con su espejito.

El espejo merece acabar hecho añicos. Pero Illa ha triunfado. El marketing ha sido un éxito en plena tragedia

¿Cómo ha sido fabricada la cosa? Visiblemente pidiendo a cada ministerio u organismo oficial qué respuesta pueden ofrecer a la relación de supuestos compromisos oficialmente anunciados por Sánchez, al fijar los objetivos políticos desde su toma de posesión. A partir de ahí se establece el censo de cumplimientos, iniciados, en curso de realización, ya realizados, y el ingreso en el terreno de la ciencia culmina con los porcentajes: un 23,4% cumplidos, un 90% ya activados y en curso de materialización. Una verdadera maravilla, supuesto que tales logros se han alcanzado en el tiempo sombrío de la pandemia.

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¿Y la pandemia como tal? El supuesto informe no se detiene en pormenores, que esta vez sí habrían sido imprescindibles para comprobar si aquello que fue transmitiendo el Gobierno, sobre sus medidas, consistió en un zigzag macabro, a pesar de sus decisiones: los anuncios optimistas de la «nueva normalidad», el paso del mando único a la descentralización total, de las reservas de Simón ante las mascarillas a su obligatoriedad, la «segunda oleada» que al parecer funcionó por su cuenta, los expertos independientes que no eran sino subordinados. Por no mencionar la impotencia para ir más allá de la guerra política en el enfrentamiento con la irracionalidad permisiva de Isabel Díaz Ayuso en Madrid.

Lo que al respecto nos cuenta '¡Cumpliendo!' es cero sobre cero. En vez de abordar un análisis de las cambiantes medidas en las sucesivas etapas de la pandemia, todo se resuelve con un punto de demagogia: «Evitar que nadie se quede atrás». De este modo se pasa por alto lo que de veras habría sido esencial, valorar con los datos disponibles, que sin duda mostrarían errores y también aciertos, cuáles fueron los verdaderos efectos de la política sanitaria gubernamental. Hay demasiados muertos como para que los ciudadanos dejen de exigir un conocimiento objetivo de cuanto ocurrió. Para que no pidan responsabilidades por la campaña triunfal sobre el virus vencido. Para que no se pregunten por el hábil viraje, encabezado por Urkullu, con el protagonismo exclusivo de las comunidades autónomas en la gestión de un problema que pidió y pide a gritos coordinación desde arriba, y no solo 'recomendaciones' y 'desrecomendaciones'. La renovada crisis del Covid convierte ya a España en una confederación donde cada comunidad juega su partida, cabe suponer que casi siempre con acierto, pero ignorando las interconexiones con otras comunidades, ya que el virus no conoce de este tipo de barreras. El Gobierno, entretanto, feliz en su impotencia, ya que la responsabilidad visible no es suya en estas previsibles navidades negras.

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¿Qué nos dicen al respecto los expertos de Sánchez? Pues que «la pandemia ha obligado a adaptar en tiempo real la vida de todo un país a unos parámetros desconocidos hasta el momento». El espejo de la reina merece acabar hecho añicos. Pero Illa ha triunfado. El marketing ha sido un éxito en plena tragedia.

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