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Más allá de las emblemáticas postales de la Ciudad Eterna, el gueto de Roma merece una visita tranquila. Antes de sentarse en las bulliciosas trattorie y osterías de Vía del Portico d'Ottavia hay tiempo para recorrer sin prisa los vestigios arqueológicos del Teatro Marcelo ... o la sinagoga, y detenerse frente a las placas y tachuelas que alertan del odio antisemita. En 1943 el barrio fue escenario de un gran redada de la Policía alemana y un millar de judíos fueron deportados a Auschwitz, un campo de exterminio del que muy pocos regresaron. Algunas voces denunciaron que el Vaticano no hizo lo suficiente para evitar aquel episodio y lo cargaron en la leyenda negra de Eugenio Pacelli, elegido Papa como Pío XII cuando los cañonazos y las bombas estremecían Europa.
Eran unos tiempos oscuros en los que Hitler soñaba con convertirse en el dueño del mundo. Ahora, a punto de cumplirse ochenta años del inicio de aquel pontificado, el papa Francisco ha decidido abrir los archivos de Pío XII. Será el 2 de marzo de 2020 y los historiadores afilan ya sus lápices y sacan brillo a sus lupas para escrutar un periodo controvertido, marcado por la Segunda Guerra Mundial y la postguerra. Pacelli fue acusado de callar frente al genocidio nazi, mientras sus apologetas han resaltado su diplomacia oculta para salvar a los perseguidos por el Tercer Reïch y no perjudicar a los católicos de los territorios ocupados. La publicación de sus documentos permitirá arrojar luz sobre muchos episodios; en especial, sobre los nueve meses de ocupación nazi en Roma.
Hay dos episodios dramáticos que necesitan más luz y más taquígrafos. El primero se refiere a la redada realizada por la Gestapo en el gueto el 16 de octubre de 1943. Primero engañaron a las familias judías para reunir el oro que salvaría sus vidas, pero luego detuvieron a un millar de vecinos y los enviaron a Auschwitz. La operación fue dirigida por Herbert Kappler, un oficial de la SS con acreditado historial como criminal de guerra. Elsa Morante evoca la experiencia dolorosa de la guerra en su novela 'La historia' (Lumen) y el cineasta Carlo Lizanni lo relata en su película 'L'oro di Roma' (1961).
El segundo episodio es la matanza que tuvo lugar en las Fosas Ardeatinas el 24 de marzo de 1944. Tras el ataque de partisanos contra una columna de reservistas alemanes en el que murieron 30 policías, Hitler ordenó una acción de represalia. En una operación liderada por el oficial Erich Priebke 335 civiles fueron ejecutados de un tiro en la nuca en las grutas del Aldeatino, una zona minera en las afueras de Roma. Documentos sobre esta matanza figuran en el archivo a punto de abrirse.
Algunos investigadores han cuestionado el papel del Vaticano y de Pío XII con respecto a la persecución nazi. En una visita reciente a Roma dediqué una jormada al gueto y a la cercana Isla Tiberina. En este enclave funciona el histórico hospital gestionado por la orden de San Juan de Dios, que los italianos conocen como Fatebenefratelli. Una placa atestigua el reconocimiento al profesor Giovanni Borromeo como 'justo entre las naciones' por haber salvado decenas de vidas de judíos en aquella redada de 1943. Reconocido antifascista, Borromeo escondió a los refugiados en una de las plantas del hospital y se inventó una enfermedad muy infecciosa, el 'Morbo K', un síndrome bautizado así, me dijeron, en referencia al oficial Kappler. Los escuadrones de la SS no se atrevieron a entrar por miedo a un contagio. En los sótanos del hospital el religioso polaco Stanislao Biolek, fray Maurizio, que atendía una radio clandestina para contactar con los partisanos, facilitaba documentos falsos a los perseguidos y les buscaba asilo en los conventos. La comunidad hebrea reconoció a la institución hospitalaria con el título de 'Casa de la vida'.
La Iglesia se jugó el pellejo frente a los nazis. Estos episodios los recoge Andrea Riccardi en el libro 'L'inverno piú lungo: 1943-44. Pío XII, gli ebrei e i nazisti a Roma'. El historiador del cristianismo, un experto en Pacelli, es el rostro público de la Comunidad de San Egidio, conocida por su mediación en conflictos internacionales. San Egidio tiene a su cargo la basílica de San Bartolomé, en la propia Isla Tiberina, junto al antiguo hospicio hebreo, hoy custodiado por soldados fuertemente armados. El templo, que se ha convertido en un centro en memoria de los mártires de la violencia, alberga reliquias como el misal del monseñor Romero, asesinado en El Salvador, o la cruz pectoral del capuchino vasco Alejandro Labaka, asesinado en la Amazonia ecuatoriana.
He vuelto a leer estos días el libro 'Iglesia de espías' (Stella Maris), escrito por Mark Riebling. El analista norteamericano, experto en servicios secretos, defiende que la supuesta neutralidad de Pío XII fue en realidad una estregia del pontífice, en su guerra secreta para derrotar a Hitler. La obra se basa en documentos anteriores que ya fueron desclasificados. Durante 13 años, una veintena de oficiales del Archivo Secreto Vaticano han ordenado 16 millones de páginas, 15.000 sobres y 2.500 expedientes, tanto de carácter religioso como diplomático y político. En un encuentro en la Curia vaticana un alto cargo eclesiástico me habló de este ingente trabajo de catalogación, que tenía que ser muy preciso (revisado hasta el último detalle) por el «alto voltaje» de la documentación. ¿Va a salir todo a la luz? Francisco ha señalado que la Iglesia no tiene miedo a la Historia. Luz y taquígrafos.
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