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De eufonías y estela

De eufonías y estela

Martes, 14 de junio 2022, 07:12

Como en tantas otras actividades como nos clava la vida con sus humores y sus sones más o menos recordables –músicas que siendo las mismas ... no suenan igual en distintos oídos; melodías que pueden conducir a aquel amor inolvidable— lo más cierto es que, mucho sino todo, se salva si se ha tenido la suerte de que, a la vuelta de los años al escuchar el venero de algunos viejos nombres se tiene una como cierta sensación de reencuentro, como si, a la manera de Alicia se hubiera penetrado en 'En el Pais de las Maravillas' en seguimiento un tanto apresurado y difuso de aquel conejo que 'para consultar la hora sacó un reloj de bolsillo de su chaleco, y, cosa un tanto curiosa', tardó la niña en darse cuenta de 'que nunca había visto un conejo con chaleco, ni, mucho menos, con reloj de bolsillo', que así es, si bien se mira, cómo amanecemos a la vida no solamente en su primera linea de contacto sino aún mas allá en palabras que se oyen y se nos quedan fuertemente prendidas a la memoria aunque no la creamos en ese momento de prenduras dialécticas en las que discurre ese milagro de la infancia que consiste en aprenderlo todo a velocidad radiante como tanto le maravillaba y le llevaba a considerar como 'arte diabólica' a aquel portugués, de paso por tierras galas, al constatar que 'en su tierna infancia, todos los niños en Francia supieran hablar francés cuando para hablar el gabacho, un hidalgo en Portugal llega a viejo y lo habla mal y aquí lo parla un muchacho'. Que alguna diversión puede que haya en el juego de las neuronas sino es por otra cosa que por su neta juventud capaces de iluminar semejantes milagros que fue como algo de como un repique de campanas de mi universo niño las que sonaron en mi memoria este sábado pasado, cuando, solo por efundio y eufonía de palabras caminaba, bien asistida por la cronista, por tantos lugares del parque de Aiako Harria, sobre todo por los lugares de Zaria, Biandiz, Txurrumurru, etc, que a su sombra nací, que no se trata de otra constelación solamente de nombres , algo como pinturas imborrables, que así suele ocurrir tantas veces con el mundo de los ruidos ensartados para formar palabras que no se deterioran sino que, al contrario, destellan en la costumbre de guardar sus guedejas de procedencia que nunca se borraran para darnos falsas seguridades de esencias inmortales.

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