La noticia de que el Gobierno ha solicitado al Consejo de la UE la incorporación del catalán, el euskera y el gallego como lenguas oficiales de las instituciones europeas, nos trae a la memoria una efeméride que viene muy al caso. Hace ya 18 años, ... el Comité Europeo de las Regiones (CDR), que es la asamblea de entidades subestatales de la Unión, aprobó el uso de las lenguas vernáculas en sus sesiones de trabajo. La iniciativa partió de los representantes de las nacionalidades de España, contando con el apoyo del entonces presidente del CDR, el alemán Peter Straub, y sin oposición por parte del Gobierno socialista de Rodríguez Zapatero.

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La resolución se llevó a efecto en noviembre de 2005, cuando los portavoces de las comunidades culturales pudieron ya intervenir en sus idiomas. Tomaron la palabra los presidentes de Cataluña, Pasqual Maragall, Valencia, Francisco Camps, y de la Xunta gallega Emilio Pérez Touriño. En ausencia del lehendakari, correspondió al comisionado del Gobierno Vasco Joxe Mari Muñoa pronunciar por vez primera una alocución en euskera en un organismo de la Unión Europea.

Poco después, el propio CDR animó a todas las regiones a crear foros locales sobre multilingüismo para el monitoreo de las tendencias de carácter social, económico y educativo en cada territorio, ciudad o región, en la inteligencia de que la diversidad lingüística es un valor importante de la Unión. A dichos foros se demandó la implementación de iniciativas de sensibilización y motivación de los ciudadanos a fin de que, desde la asunción de nuestras lenguas de origen como elementos de identidad, avancemos a lo largo de la vida en la adquisición de una segunda lengua con conocimiento activo y pasivo (es decir, con capacidad de comprensión y de expresión), y de una tercera elegida en función de las afinidades culturales o de las necesidades de movilidad social y económica. Es lo que se dio en llamar '1 lengua + 2'.

Con todo, habremos de dar la razón a Umberto Eco cuando anticipaba que la lengua de Europa será la traducción, en un contexto de multilingüismo cada vez más asentado donde la fórmula '1 lengua + 2' se está haciendo ya realidad en las nuevas generaciones (aunque mucho menos entre quienes padecimos una educación que ni siquiera daba cabida al idioma autóctono). Y ello mal que les pese a tantos monolingües talibanes de la misma estofa que aquel alsaciano (región históricamente plurilingüe) que se jactaba asegurando que «el alemán es mi lengua de elección... para callarme».

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