Felicidad, alfa y omega
EL OFICIO DE VIVIR ·
La campaña de Unión Fenosa, premiada en 2002, nos anunció que vivíamos en «un mundo casi perfecto»Secciones
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EL OFICIO DE VIVIR ·
La campaña de Unión Fenosa, premiada en 2002, nos anunció que vivíamos en «un mundo casi perfecto»La Constitución española de 1812 fijaba como principal objetivo del gobierno «la felicidad de la Nación, puesto que el fin de toda sociedad política no es otro que el bienestar de los individuos que la componen». La felicidad dejaba de ser así privilegio en la ... tierra para unos pocos e incierta promesa en el cielo para la mayoría, institucionalizándose como derecho fundamental garantizado por el Estado liberal.
Pero la edificante aspiración tendría consecuencias indeseadas. Pues siendo obligación del Estado asegurar la felicidad general, todos los medios a su alcance se darían por buenos con tal de hacer realidad ese entusiástico ideal. Se abría la puerta al 'asalto a los cielos' que tanta sangre hizo correr en edad contemporánea.
Los estadounidenses, con filosofía política semejante pero con un inclín más pragmático, incorporaron a su Declaración de Independencia este importante matiz: la felicidad ya no vendría dada desde el exterior, sino que cada cual tendría derecho a perseguirla y conquistarla en función de sus deseos y de sus posibilidades. Llevada a su extremo, también esta concepción generará aberraciones: si la felicidad es un asunto privado, personal, ello implica que el mantenimiento de una situación de miseria y de ignorancia, de explotación y de falta de oportunidades ante las cuales el Estado decida inhibirse, no podría achacarse como causa objetiva de infelicidad. Hor konpon, Marianton!
Entre aquel alfa y este omega hemos ido avanzado a trompicones. Los europeos de mediados del siglo XX que sobrevivieron a las dos guerras mundiales albergaban la profunda esperanza de que, por compensación a tantos y tan grandes horrores, en el futuro solo podría aguardarles plenitud y dicha. Dos décadas después, sobre los muros del París de mayo de 1968 podía leerse: '¡A la mierda la felicidad!'. Desencanto que poéticamente formuló Pessoa: «Para los que la felicidad es sol, vendrá la noche. Pero al que nada espera, todo lo que viene es grato».
Quizá usted recuerde el eslogan publicitario que Unión Fenosa lanzó en 2002, año primero del euro, en plena euforia económica y créditos a gogó: «Una pequeña ayuda para un mundo casi perfecto». Fue premiada como la mejor campaña en la categoría de 'Comunicación Responsable'. A la muy optimista (y responsable) empresa se la llevó por delante la crisis en 2009.
¿Y hoy? En fin, la mayoría nos conformaríamos con un mundo tan solo 'normalito'. Y no pedimos felicidad, sería abusivo, pero sí al menos salud y trabajo digno.
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