No basta desear algo, hace falta además quererlo. La confusión es la tónica general de estos tiempos; el conflicto, la consecuencia. Hay muchas maneras de solventarlos, una de ellas es la guerra. Que los periodos de guerra hayan sido más largos que los de paz, ... nos da una idea del modo que tenemos los humanos para solventar nuestras diferencias. Ciertamente, hay muchos más tratados sobre la guerra que escritos sobre la paz; se enseña a guerrear, y también a pacificar. El pacificador, en muchos casos, es un guerrero que se cansó de ejercer su oficio y se dedica ahora a dar lecciones sobre lo aprendido, aunque en sentido inverso: en lugar de matar ayuda a vivir. El sentido inverso es importante. Hay un dicho que se repite mucho, o al menos me lo parece: 'Los caminos del señor son inescrutables'. Hagamos lo que hagamos y, tomemos el sendero que tomemos, a alguna parte llegaremos, que no es poco.

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Para una persona feliz el tiempo no pasa, queda; lo que pasa es otra cosa, que es difícil de expresar. Es un aire jovial, un viento que a ratos sopla del sur como a ratos del norte, trayendo consigo sensaciones diferentes. No siempre sabemos diferenciarlas, como no siempre sabemos clasificar las emociones, las pasiones, los afectos... Se habla del silencio, pero es algo que no existe. Subimos a un monte, nos sentamos en el borde del camino sobre la hierba seca y contemplamos cómo un prado se abre entre hileras de castaños y las filas de colinas se acomodan una tras otra y el espacio parece no tener fin. Aguzamos el oído y enseguida los sonidos se suceden: el de los insectos cuando, pesados, incomodan; el de los pájaros que en alguna rama atisban o sueñan futuros ligeros; el de las castañas antes de caer; el de las castañas al caer; el de los animales al hozar entre el fruto que yace en el suelo; el de la propia respiración; el de la sangre corriendo por las venas en una carrera tranquila y ganada de antemano; el de los huesos al colocarse en su lugar, cada vez que iniciamos un movimiento; el del aire que nos envuelve; el del agua, atávico, siempre presente aunque no sea visible.

Plenitud no es felicidad, pero se le parece. Hay quien los confunde, porque en el fondo todos buscan el bienestar y no la desgracia, el placer y no el dolor, la serenidad y no la inquietud, aunque no siempre saben cómo hacerlo. Huir de la realidad, alejarse del combate es una forma; enfrentarse a los problemas, antes de que sea imposible su solución, es otra.

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