Franco... ¡y corten!
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El cine contribuyó escasamente a la conformación de una memoria colectiva sobre la dictaduraEl hijo de puta que hizo esto tendría que estar en Carabanchel», sentenció la esposa de Carrero Blanco al término de un pase privado en la presidencia del Gobierno. 'Esto' era un documental hilado con las canciones más populares de la España de 1939 a ... 1953, y Basilio Martín Patino el cineasta señalado como patibulario. Los gerifaltes no se dejaron engañar por aquel musical que bajo inocente apariencia trazaba el retrato de un país de miserias, moralmente corrompido y culturalmente triturado. 'Canciones para después de una guerra' no solo fue prohibido sino que se ordenó la destrucción de todos sus negativos. Algunos se salvaron y pudo estrenarse en 1976.
Esta película motivó a la historiadora Carmina Gustrán la realización de un estudio, hasta ahora inexistente, sobre el franquismo en el cine a partir de la Transición. Pronto descubrió que pelis ambientadas en la dictadura se hicieron muchas pero pocas hurgaron en su entraña, y de ahí que no tengamos «un 'Novecento' español». Aunque hubo un tiempo en que quizá pudo ser y no fue, el de los gobiernos socialistas que favorecieron lo superficial y lo 'light' en aras de proyectar la imagen de un país joven y festivo, moderno y europeo (empeño algo mellado por la premiadísima 'Los santos inocentes' y por los atroces sucesos de Puerto Hurraco).
En su exploración observa la autora que en aquel cine hay una casi total omisión de la violencia de Estado, salvo raras excepciones como 'El crimen de Cuenca' (que llevó a Pilar Miró ante un tribunal militar) o 'El Lute', rasgo diferencial respecto a lo ocurrido tras las dictaduras de Argentina (recordemos 'La noche de los lápices') o la RDA ('La vida de los otros'). Raramente se muestra a antifranquistas combativos, ni tampoco se da voz a emigrantes, clases trabajadoras y desplazados del agro. Y otro aspecto no menos elocuente: en muy pocos filmes se relaciona al rey Juan Carlos con el caudillo ('Canciones...' es una de ellas).
La conclusión del sustancioso libro de Carmina Gustrán (editado por Marcial Pons), es que el cine apenas contribuyó, o lo hizo de manera abstracta y deshuesada, a la conformación de un relato colectivo bien asentado sobre los 40 años. Las fuerzas y circunstancias al mando durante la Transición evitaron que la sociedad española se hiciera preguntas en torno a un pasado que seguía y en gran medida sigue siendo un asunto incómodo. De manera que de las canciones para después de una guerra se pasó, derechamente, a canciones de cuna; y todo el mundo a lolós.
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