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A comienzos del siglo XX, alrededor del 60% de la población vasca carecía de instrucción elemental para leer un periódico. Sin embargo, el papel impreso era el único medio de comunicación pública en una sociedad que iba tomando conciencia del encadenamiento de los acontecimientos en ... el espacio y en el tiempo y de su repercusión sobre la vida cotidiana.
Sometidos a restricciones a la libertad de opinión que los sucesivos regímenes fueron declinando (censura eclesiástica en los albores del siglo, censura previa durante la dictadura de Primo de Rivera, y suspensiones en aplicación de la Ley de Defensa de la República en los 30), el ejercicio de la profesión era un vía crucis diario de trabas y dificultades. No obstante, nunca antes ni jamás después el periodismo vasco gozaría de comparable vitalidad.
En las redacciones de aquella época, cada vez más parecidas a plantas fabriles donde se afanaban plumáceos, correctores e ilustradores proletarizados, con los tipógrafos siempre en vanguardia de las luchas sindicales, forjaron armas los protagonistas de una etapa brillante durante la cual los periódicos, además de pulir un estilo más directo, se fueron orientando hacia la información, atentos a los sucedidos más inmediatos y al palpitar de la calle que llegaba a través de las crónicas transmitidas vía teléfono por los corresponsales en pueblos y ciudades. Aunque no todo el mundo estaba de acuerdo con aquel modelo. Por ejemplo, Miguel de Unamuno lo juzgaba 'banalizador' y soñaba con una prensa de mayor hondura y reflexión, en tanto que el nacionalista 'Euzkadi' se presentaba como diario tendente «a un fin más elevado, incomparablemente más noble que el frívolo noticieril».
Y en esas, El Diario Vasco salió a la luz un 27 de noviembre de 1934 en un ambiente política y socialmente crispado tras la fallida Revolución de Octubre. Venía a competir en una provincia sobrecargada de cabeceras, exactamente siete para una población de algo más de 300.000 habitantes. Solo veinte meses después, al estallido de la guerra, la pluralidad arduamente conquistada se hizo añicos. Del triunfo se pasó a la tragedia (título del libro ya clásico sobre el periodismo vasco de Saiz Valdivielso).
La principal constante en la biografía del hoy decano de la prensa guipuzcoana ha sido la lucha por salir adelante con un periodismo socialmente relevante, moderno en lo formal y competitivo en lo económico. Sus noventa años de hemeroteca resumen, en buena medida, casi un siglo de historia de nuestro terruño.
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