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Historia de una sopa

El oficio de vivir ·

Con Giscard d'Estaing, la gastronomía francesa ascendió a los altares de la República junto a las artes y las letras

Domingo, 6 de diciembre 2020, 08:41

Majestad, no necesito diplomáticos, lo que necesito son cocineros». Tal fue la respuesta del canciller Charles de Talleyrand cuando el rey le ofreció a sus mejores negociadores para el Congreso de Viena. El apodado 'diablo cojuelo' no desbarraba. Francia llegó a la reunión donde se ... definiría el nuevo orden europeo con todas las de perder frente a los vencedores sobre Napoleón (de quien el 'versátil' Talleyrand, primero obispo y luego revolucionario, fue también ministro). Pero las negociaciones, según previó, no solo se sustanciaron en las mesas políticas sino, aún con mayor relevancia, en las de comer. Y en ese terreno la seducción gastronómica de Talleyrand se impuso de manera aplastante. Tan es así que Francia salió consagrada entre las grandes potencias europeas y sin penalizaciones por daños de guerra. En cambio, el reino de España, representado por el estomagante y pelafustán marqués de Labrador, insensible al valor de recepciones y de convites, acabó marginado de los principales acuerdos.

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