Historia de una sopa
El oficio de vivir ·
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El oficio de vivir ·
Con Giscard d'Estaing, la gastronomía francesa ascendió a los altares de la República junto a las artes y las letrasMajestad, no necesito diplomáticos, lo que necesito son cocineros». Tal fue la respuesta del canciller Charles de Talleyrand cuando el rey le ofreció a sus mejores negociadores para el Congreso de Viena. El apodado 'diablo cojuelo' no desbarraba. Francia llegó a la reunión donde se ... definiría el nuevo orden europeo con todas las de perder frente a los vencedores sobre Napoleón (de quien el 'versátil' Talleyrand, primero obispo y luego revolucionario, fue también ministro). Pero las negociaciones, según previó, no solo se sustanciaron en las mesas políticas sino, aún con mayor relevancia, en las de comer. Y en ese terreno la seducción gastronómica de Talleyrand se impuso de manera aplastante. Tan es así que Francia salió consagrada entre las grandes potencias europeas y sin penalizaciones por daños de guerra. En cambio, el reino de España, representado por el estomagante y pelafustán marqués de Labrador, insensible al valor de recepciones y de convites, acabó marginado de los principales acuerdos.
En la cabeza de Valéry Giscard d'Estaing, fallecido el miércoles, revolaba esa página cuando llegó a la presidencia en 1974 con aires modernizadores y afán de seducción. Consciente de las posibilidades políticas de la alta cocina, a poco de instalarse en el Eliseo rompió moldes condecorando con la Legión de Honor a un cocinero, Paul Bocuse. La gastronomía francesa ascendía así a los altares de la República junto a las artes y las letras al tiempo que se consagraba un oficio hasta entonces eclipsado por las aparatosidades escénicas de los 'maîtres' de sala con sus prodigiosos trinchados o los no menos espectaculares flambeados.
La ceremonia se remató con un banquete que ha entrado en los anales tanto por sus exquisiteces como por su simbolismo. Para la ocasión, Bocuse creó una sopa a las trufas negras que bautizó con las iniciales del joven presidente, VGE. Plato llamado a erigirse en icono de la entonces emergente 'nouvelle cuisine', fue objeto de incontables imitaciones amén de largas peregrinaciones a Lyon de 'gastronómadas' ávidos por degustar la legendaria sopa del legionario de los pucheros.
Muy resumidamente, es de este modo como nació la cultura gastronómica moderna que a partir de entonces hará que acudamos a los grandes restaurantes con la actitud con que visitamos los principales museos. Quedando ya fuera de toda discusión las posibilidades de la cocina para favorecer acuerdos y entendimientos. Reconózcase esto último en honor al 'diablo cojuelo'.
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