Homo egoistus, Homo reciprocans
El oficio de vivir ·
La economía experimental ha demostrado que la generosidad libera endorfinas y que mucha gente es alérgica a la inequidadSecciones
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El oficio de vivir ·
La economía experimental ha demostrado que la generosidad libera endorfinas y que mucha gente es alérgica a la inequidadUn defecto muy extendido entre los occidentales es nuestra obsesión mortificante o masoquista: 'Nunca te fíes de un ser humano'; 'El hombre es un lobo para el hombre'; 'Somos patológicamente egoístas'; 'Lo mejor que le podría pasar a la Tierra es que nos extinguiéramos'... Tan ... baja autoestima se manifiesta desde el origen mismo de la civilización, en Grecia, recorre toda la Edad Media a través del mito del pecado original, y toma cuerpo político en el gobierno moderno fundamentado en la idea de que todo ciudadano es un 'aprobetxategi' al que no mueve otro objetivo que su interés personal.
De ese vicio privado haría virtud pública el capitalismo emergente: gracias a la intervención de la 'mano invisible' del mercado el egoísmo se tornará beneficioso para el individuo particular y para la prosperidad general. A partir de ahí, la tesis de que la naturaleza humana es ruin, interesada y depredadora dio legitimidad a ideologías socioeconómicas que llegan hasta hoy.
Marshall Sahlins, uno de los grandes de la antropología fallecido hace unos días, refutó de forma brillante lo que denominaba «el escándalo del mito del egoísmo natural» producto de muchos siglos de odio occidental hacia el yo. No es la humanidad lo perverso sino la imagen teratológica que nos hemos formado de ella. Y no se trata de un asunto baladí: a juicio de Sahlins, ese prejuicio y lo que conlleva ponen en peligro nuestra propia pervivencia como especie.
Por si los argumentos teóricos no bastaran, la economía experimental ha venido a comprobar que no somos tan antisociales. Diferentes investigadores, como el Nobel Daniel Kahneman, han estudiado con detalle cuáles son los comportamientos más comunes en términos de reciprocidad y de egoísmo. Las conclusiones no dejan duda: la mayor parte de nosotros tendemos a devolver los favores que recibimos y a cooperar; la generosidad libera endorfinas; y muchísima gente es alérgica a la inequidad.
Por esta vía llegamos a la comprensión de que no hay un único tipo de conducta social. Sin egoísmo no podríamos sobrevivir, cierto, pero sin liberalidad no podríamos convivir. Conclusión taxativa para disipar tantos estereotipos pesimistas sobre nuestra especie y para falsear las teorías que postulan que siempre actuamos en aras a maximizar las ganancias.
El paradigma del 'Homo egoistus' habría de dejar paso al del 'Homo reciprocans', que no es un altruista sino alguien que sabe dar y espera que los demás correspondan o, como poco, muestren predisposición a cooperar.
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