Frente a lo que es habitual creer, los primeros colonos europeos en Norteamérica no fueron los puritanos ingleses que arribaron a la costa Este en 1620, a bordo del 'Mayflower', sino los españoles que desembarcaron en Florida un siglo antes. Es verdad que la colonización ... de Estados Unidos por España fue, en general, muy escasa en comparación con la acontecida en otros territorios americanos vecinos, como por ejemplo México o Cuba, pero fue una realidad histórica y todavía bien palpable que no deberíamos eludir. En EE UU hay 20 millones de hispanohablantes más que en España. Es el segundo país del mundo con más personas que conocen y hablan nuestro idioma, solo superado por México.

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Se piensa a menudo que los millones de castellanoparlantes de origen mexicano que pueblan el suroeste de Estados Unidos son inmigrantes o descendientes de quienes cruzaron el río Bravo rumbo al norte en décadas recientes. En algunos casos sí, pero en muchos otros no, ya que buena parte de ellos provienen de familias instaladas allí mucho antes de que aquellos lugares fueran invadidos por Estados Unidos hace doscientos años. Y hasta el momento de la independencia de México, aquel inmenso territorio que se extendía hasta el hoy Canadá pertenecía al virreinato de la Nueva España. Durante un tiempo, la mayor parte del actual Estados Unidos llegó a pertenecer a España.

Los indios norteamericanos eran súbditos del rey de España y, por lo tanto, no podían ser esclavizados. Las tribus indias llegaron a emplear entre ellas una lengua común: el español. Mientras tanto, el jefe apache Gerónimo dictaba sus memorias en nuestro idioma. Y naturalmente los caballos sobre cuyos lomos los indios combatieron con bravura contra el ejército invasor estadounidense pertenecían a razas que se habían criado en la península ibérica, a pesar de que todo esto Hollywood lo haya ignorado en sus películas. No obstante, parte importante de la simbología de EE UU sí conserva con orgullo el legado de España. La bandera con la cruz de Borgoña que ondeó durante siglos en los barcos españoles luce en los escudos de Florida o Alabama, a la vez que el color rojo y el gualda destacan en las enseñas de Arizona o Nuevo México.

La debilidad de España en el escenario internacional, sobre todo a lo largo del siglo XIX, condujo a la necesidad de ir cediendo sus posesiones en Norteamérica a los jóvenes Estados Unidos. Indios y refugiados negros contemplaron horrorizados la marcha de España de aquellas tierras, ya que temieron ser oprimidos o convertidos en esclavos bajo las leyes estadounidenses.

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Nos debemos remontar a los albores de la presencia hispánica en América, y en concreto a las conocidas como Leyes de Indias, para descubrir las primeras normas que establecían la libertad y la protección de los nativos de ultramar. La 'leyenda negra', elaborada por los sagaces enemigos políticos de España durante la Edad Moderna, lo ha ocultado pero la verdad histórica está ahí. Aquellas leyes promovidas por los Reyes Católicos o su nieto el emperador Carlos, a instancias de misioneros y otros clérigos, no fueron solo un hito en la historia de España sino también de toda la Humanidad. Las primeras leyes que abolieron la esclavitud se acordaron en España trescientos años antes que las firmadas en Inglaterra o Francia. No se trata de crear una 'leyenda negra' de ingleses, franceses y estadounidenses y, a cambio, idealizar y hacer propaganda de la colonización española. Ahora bien, es importante trazar con exactitud algunos renglones de la historia común de los pueblos originarios de Norteamérica, España y Estados Unidos.

Además, el pasado día 4, recordando la proclamación de la independencia de Estados Unidos, evocamos también un acontecimiento hasta ese momento singular y de gran trascendencia para la Humanidad. España apoyó decididamente a los colonos anglosajones en su lucha por la independencia hasta que los ingleses fueron derrotados.

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Me alegro por ello. Es más, me duele que no se aprovechara la participación de España en aquella lejana contienda para transferir a nuestro país, aunque solo fuera en pequeñas dosis, el entonces original pensamiento político que inspiró a los norteamericanos. La Revolución de las Trece Colonias, a pesar de ser menos conocida, fue anterior a la Revolución Francesa y en su desarrollo, por otra parte, no se sembró la violencia incontrolada. Se impulsó, como nunca antes, la democracia liberal, la soberanía nacional y el parlamentarismo. Un vistazo a la historia enseguida nos enseña que siempre hay motivos para agradecer algo importante a todo tipo de países y civilizaciones.

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