El mundo ya ha cambiado. No es el mismo que hace tres años. Y el empleo tampoco es igual, ni lo será. Porque la dimensión de la revolución económica que estamos viviendo, el efecto de las grandes transiciones, la digitalización acelerada, abren un inmenso escenario de oportunidades, pero también grandes riesgos de que los cambios expulsen de manera injustificada a personas del mercado laboral. Por falta de experiencia, por falta de formación adaptada a las necesidades, por dificultades de adaptación.
Publicidad
Por eso es tan importante que hayamos aprovechado la legislatura para transformar de manera profunda las herramientas públicas que eviten abrir nuevas brechas de desigualdad. La incorporación de jóvenes al empleo con derechos en este tiempo ha sido espectacular, por encima de la media de la población. Las personas menores de 30 años fueron las primeras expulsadas del empleo cuando estalló la crisis pandémica, pero desde entonces no solo han sido quienes con más rapidez se han reincorporado, sino que lo han hecho cotizando.
La primera razón que lo explica es la protección pública desplegada por los Gobiernos de España y Euskadi en lo peor de la última crisis, una respuesta muy distinta a las anteriores, que ha concienciado a jóvenes y empresas de la necesidad de tener situaciones regularizadas. Pero también por la reforma laboral acordada en la Mesa de Diálogo Social que ha propiciado la estabilidad de ese empleo.
Nuestra contribución en Euskadi ha sido la de multiplicar los recursos que favorecen la incorporación de jóvenes. Hemos duplicado el programa Lehen Aukera, empezamos uno nuevo de contratación de investigadores, abriremos un ecosistema virtual para que puedan conectarse las empresas y los talentos, y ofrecemos a los menores de 30 años las posibilidades que les ofrecen las distintas formas de economía social para impulsar sus proyectos de forma colectiva, un emprendimiento que comparte riesgos y beneficios y que cuenta con todo nuestro apoyo.
Pero es necesario profundizar en que el acceso sea en condiciones dignas: con un salario justo y suficiente para emprender un proyecto de vida, que ofrezca perspectivas de desarrollo personal, de participación, de igualdad y de integración de la diversidad. Ese es el camino que marca la Ley de Empleo, con Lanbide como herramienta que haga posible ese derecho. Un Lanbide proactivo, que busca, rastrea, acompaña, se adelanta, y da respuestas a lo que necesitan empresas y trabajadores. Un Lanbide nuevo para el nuevo empleo.
Suscríbete los 2 primeros meses gratis
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
El Diario Montañés
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.