El relato heroico necesita movimiento constante, más madera, no puede parar. La democracia es lo opuesto a la épica, consiste en lidiar con la banalidad ... de lo cotidiano. Trump navega en un mar de baladronadas, pero sus decretos hablan por él.

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Su agresividad es como un agujero negro, que lo atrae todo. Hasta la luz. En su caso, la luz lo primero, con su ataque frontal a los valores ilustrados. Pero empieza a haber gente que se ha tomado la molestia de leer sus decretos y comprueba que sus excesos verbales no son la sustancia, sino un instrumento. La intimidación de Trump contra el resto del mundo es economía. Como siempre, hay que seguir la pista del dinero.

Estados Unidos afronta un escenario muy tenso de déficit (por encima del 6%) y deuda (120% del PIB), que genera al país una acuciante necesidad de financiación. Los recortes fiscales prometidos a los más poderosos incrementarán la cantidad de títulos del Tesoro a emitir. De ahí que para la administración norteamericana sea vital que no suban los tipos de interés, porque la deuda sería insostenible y una amenaza para el dólar. Necesita que otros países compren su deuda y de ahí sus coacciones, como la imposición de aranceles. Hay analistas que empiezan a pensar que la estrategia coercitiva del presidente se parece más a una señal de declive de Estados Unidos que a una exhibición de fuerza del imperio.

Otro frente que quiere abrir Trump es el de los medios de pago digitales «a escala mundial» garantizados por depósitos en dólares reales, lo que apela directamente al Banco Central Europeo para la defensa del euro, para no dejarse absorber por el agujero negro.

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