Irrazón e irrisión
El oficio de vivir ·
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El oficio de vivir ·
No buscan saber, porque 'ya saben', sino atornillarse en convicciones y sospechas para satisfacer sus pequeños egosLa campaña presidencial francesa medirá dentro de cien días la influencia real de la opinión pública negacionista, minoritaria a simple vista pero lo bastante importante para despertar las apetencias electorales de casi todo el espectro político actual, incluidas formaciones 'sensatas' como las del centroderecha tradicional ( ... en cuyas contradicciones hurga el astuto Macron con su amenaza de jodienda a los no vacunados).
En un país tan politizado y desmelenadamente crítico como Francia tales teorías suenan bien en muchos oídos por su cariz contracultural y talante desenmascarador de las autoridades tenidas por mentirosas (sanitarias, mediáticas, económicas, políticas) y del poder global oculto (las finanzas internacionales, George Soros, Bill Gates, etc.). De tal manera que conexionan tanto con la extrema izquierda denunciadora de las élites depredadoras como con la extrema derecha que dice defender a la nación asediada.
En Francia, igual que aquí, las voces acreditadas y autorizadas por su jerarquía o aptitud reciben el desprecio de los mismos que dan confianza a cualquier sitio de Internet que alimente sus quimeras o del primer flipado que fantasee a su misma medida. No buscan saber, porque «ya saben», sino atornillarse en convicciones y sospechas para satisfacción de sus pequeños egos. Víctima de delirio de grandeza, el o la conspiranoica se imagina parte de una aristocracia de 'enterados' sin percatarse de que su actitud es la del esclavo que inventa amos invisibles, fuerzas escondidas que mueven los hilos del mundo y contra las cuales no hay resistencia posible, hay que someterse. Todo un destilado de melancolía.
Lamentaba Chesterton que los humanos desde que no creemos en Dios somos capaces de creer en cualquier cosa. Tal vez sea aún más complejo: el hombre tiene tendencia a ignorar lo que de hecho sí sabe, como relevó Freud hace más de un siglo. Es por esto que la educación y la formación, tan a menudo evocadas como antídoto, nunca serán suficientes. Recuérdese el discurso en guisa de exorcista de todo un rector universitario, el de la Católica de Murcia, contra las vacunas-chips con que las fuerzas oscuras del mal nos quieren convertir en «esclavos y servidores de Satanás». Ni la inteligencia ni la instrucción preservan automáticamente contra una vuelta al sueño de la 'irrazón' que amenaza con producir nuevos monstruos.
¿Qué quiere usted que le diga? Contra las teorías del complot puede que lo más sano y eficaz sea simple y llanamente la irrisión.
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