Secciones
Servicios
Destacamos
Los avances en la historiografía sobre la Guerra Civil no han evitado la supervivencia de tópicos. Uno de ellos es la del comportamiento positivo de los casi ochenta mil italianos enviados en el curso de la guerra por Mussolini para contribuir a la victoria de ... Franco, por contraste con los alemanes. Villanos estos siempre dispuestos a encarnar el Mal, con el bombardeo de Gernika por la Legión Cóndor como episodio emblemático.
La derrota italiana en Guadalajara vino a apuntalar esa imagen benévola de un Cuerpo de Tropas Voluntarias (CTV) incapaz de vencer a los españoles y en consecuencia, de escaso valor para la guerra. El anecdotario corrobora esta deformación, con los falangistas denigrando a los participantes del CTV en la ofensiva sobre Bizkaia de 1937, al aludir a su lugar de acuartelamiento al ritmo de Facetta nera: «Miranda de Ebro, circolazione: ¡ya estamos de italianos hasta los cojones!». El mismo desprecio del oficial franquista en ¡Ay, Carmela!, ante los soldados italianos que les interpretan una versión revisteril de la misma Facetta nera: «¡No tienen remedio!». La visión 'soft' preside también el documental de Rioyo Extranjeros de si mismos.
Viriles o no, voluntarios reales o forzados, según analiza Leonardo D'Alessandro en su 'Guadalajara 1937', la contribución italiana desequilibró las relaciones de fuerza entre los bandos, tanto por su número como por su aportación técnica. En aviación a partir del primer momento, y desde las conquistas de Málaga y Bizkaia a la ofensiva final sobre Cataluña, aquí con la táctica de desbordamiento por las tanquetas del general Gambara.
Gambara censuró la represión a ultranza llevada a cabo por los franquistas en los pueblos conquistados : no todos los italianos eran iguales. Un exprisionero republicano me contaba que los peores guardianes eran moros y falangistas y los mejores, los italianos, muchos de ellos voluntarios forzosos. Mussolini jugó un papel decisivo en la gestación del 18 de julio, según prueba Ángel Viñas. Luego aprovechó la guerra para aproximarse al Vaticano, y eso cointribuye a explicar sus tratos con el PNV durante los meses finales de la guerra en Euskadi. El azar me hizo conocer a dos protagonistas del episodio: el canónigo Onaindía, encargado de ofrecer a Ciano un protectorado asumido por Italia, y su interelocutor, un aristócrata fascista, Biscaretti di Ruffia, luego embajador en España mientras formaba parte del gobierno italiano Pietro Nenni, el organizador de la Brigada internacional Garibaldi. «Los vascos querían salir de la guerra», me explicó el italiano secamente. Aquello terminó en la surrealista rendición en Santoña de los gudaris al CTV, no reconocida por Franco, pero que salvó vidas, posiblemente la de Juan Ajuriaguerra.
En la vertiente opuesta, la violencia fascista tuvo alguna posibilidad de conjugar el crimen con el proselitismo: caso de la represión ejercida en Mallorca por el falso 'conde Rossi', que denunciara Bernanos en 'Los grandes cementerios bajo la luna'. Su actuación sanguinaria ha sido confirmada por la historiografía posterior. Los aviones italianos tomaron parte en el bombardeo de Gernika, prólogo de su posterior actuación como sembradores de la muerte sobre ciudades abiertas en Cataluña, que culmina con los mil muertos de Barcelona en marzo de 1938. El estigma criminal del bombardeo -supuestamente alemán en exclusiva- de Gernika no ha sido transferido a la Aviación Legionaria italiana por sus víctimas vascas y catalanas.
Fue Mussolini quien ordenó personalmente la acción de Barcelona, como antes otros bombardeos sobre civiles en Cataluña, hasta el punto de que Franco hubo de pedirle moderación (diario del conde Ciano). El Duce opinaba que Franco era poco agresivo en la conducción de la guerra frente a los españoles «que son como árabes». Insiste en ello una y otra vez en las conversaciones de alcoba con su amante Clara Petacci. Al igual que en Etiopía, a la Aviación correspondía la generalización del terror. Era para él una guerra de conquista, aun hoy evocada en un monumento de Bolzano, con España puesta al lado de Libia y del África Oriental.
Prestigiosos historiadores, encabezados por Rosario Villari, rechazaron que el Estado italiano asumiera tal barbarie. Hoy no es el fascista, claro, pero si debiera haber reconocido publicamente esos crímenes de su antecesor mussoliniano. Algo siniestro hay en que todos los criminales de guerra italianos reclamados, con los generales Badoglio y Graziani a su cabeza, desde el genocidio abisinio a las matanzas en Eslovenia, escaparan indemnes y cualquier intento de exponer publicamente responsabilidades haya sido rechazado. Caso del Fascist Legacy de Ken Kirby. Frente a la engañosa mandolina del teniente Corelli -alemanes asesinos, italianos solo víctimas-, vale la pena releer 'Italiani brava gente' de Angelo del Boca.
Hace poco visité Etiopía con un grupo italiano. Por curiosidad. Eludían toda mirada al pasado, incluso cuando el guía etiope limitó las culpas al verdugo Graziani, cuando masacró a miles de personas como castigo por el atentado sufrido en 1937. Solo al final, ante la gran estela de Axum, devuelta a regañadientes por el Estado italiano en 2005, despuntó el nacionalismo lamentando la entrega. Uno de ellos, antiguo izquierdista, estalló más tarde : «¡Seguís viviendo en chozas!», espetó al guía, entre el silencio general. Un hilo negro, bien visible en la Italia actual, une con Salvini al Duce en curso de rápida rehabilitación.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.