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A estas alturas del partido me imagino que no serán pocos los miembros de Podemos que se pregunten: ¿Cuándo se jodió el Perú?, ¿Cuándo se ... jodió Zavalita? Siendo el Perú de Vargas Llosa en 'Conversación en la catedral' el partido Podemos y Zavalita, digamos que Pablo Iglesias.
Habrá quien piense que la avería viene de fábrica, que un partido creado en torno al culto a la personalidad -hiperliderazgo lo llaman, para amortiguar el efluvio maoísta-, no podía traer más que estos lodos. Pero, por poner fechas para datar el actual destrozo, igual debíamos fijarnos en la negativa de Pablo Iglesias a hacer presidente a Pedro Sánchez en marzo de 2016, en el voto de Podemos con el PP con idéntico fin compartido, que Sánchez no fuera presidente. Es posible que Iglesias pensara que él sería el nuevo presidente si no apoyaba al candidato socialista y se convocaban nuevas elecciones. De haber sido elegido Sánchez presidente del Gobierno, nos hubiéramos ahorrado buena parte de los episodios que vinieron después. Entre otras cosas porque un Sánchez en la Moncloa con el apoyo determinante de Ciudadanos no hubiera dado alas al nacionalismo español en las andaluzas, espoleado por la situación en Cataluña. Ese sí que fue un error histórico.
El otro episodio que explica la actual ciclogénesis en Podemos es la brillante idea de Pablo Iglesias de comprarse un chalet de más de medio millón de euros y someter a todo el partido al debate de si la piscina era un lago, o me voy. Después de una planificada campaña de propaganda en las teles rendidas que lo crearon, con exhibición de su primera casa organizadamente humilde, con puertas acristaladas color caramelo, y discurso, digamos teórico, sobre la imposibilidad metafísica de ser de izquierdas si se vivía en una casa cara, alejada de los votantes, va el gran timonel, ya en régimen de gananciales, y se aprieta un casoplón en el que es imposible cruzarse con la gente de la calle. No solo era lo caro y hortera del complejo inmobiliario, con escolta picoleta, es que para pagar y mantener aquello hay que estar cobrando 12.000 euros la pareja durante un porrón de años; eso, aferrados a la poltrona.
Luis Alegre, uno de los fundadores del tinglado, dijo que Irene Montero y Mayoral habían entrado «mal y tarde» en Podemos. Lo cierto es que junto al gran timonel, que organizaba los asientos en el Congreso según sus relaciones personales, portaban ese virus endémico de la lucha cainita, del «partido se fortalece depurándose».
Ahora no hay que descartar que después de mil proclamas que exigen unidad mientras nombran 'traidor' a Errejón, la división realmente existente se traduzca en que pierdan el Ayuntamiento de Madrid y no ganen la Comunidad de Madrid, segunda entrega del batacazo andaluz.
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