Quiénes son las personas que actúan como roles o modelos a seguir por nuestros hijos e hijas en la actualidad? Por lo que vemos y oímos, en algunos casos se incluyen a cantantes y miembros de grupos musicales, pasando por deportistas más o menos exitosos ... y hasta influencers de redes sociales. Pero me pregunto cuáles son los valores que pueden transmitir muchos de estos ídolos que sean de provecho para sus seguidores. Y confieso mi perplejidad, ya que pienso que son en realidad muy pocos, o en el peor de los casos, no los más edificantes.
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Desgraciadamente tampoco creo que sea muy diferente de la huella que puedan dejar otras celebridades que copan la primera plana de las noticias en los últimas semanas: desde el recién encumbrado presidente del país más poderoso del mundo, condenado como delincuente por decisión de un jurado popular de sus pares tras juicio por falsificación de la contabilidad de sus empresas para encubrir los pagos hechos a una actriz porno con la que había mantenido relaciones sexuales durante el embarazo de su tercera y actual esposa, impenitente en sus actuaciones contrarias a las leyes, usos y costumbres, de oratoria ramplona, soez y desabrida, y, sin embargo, reelegido como primer mandatario de su nación; pasando por el hombre más rico del planeta, acreditado emprendedor y empresario, que se permite divulgar sus opiniones extremas y extravagantes en asuntos que no son de su expresa competencia a través de su potente megáfono social; o el CEO y máximo accionista de otro conglomerado de redes sociales quien abjurando de sus compromisos públicos con la veracidad y transparencia de los mensajes divulgados en sus medios, se pliega a los deseos del renovado César cuan campos de trigo ante vientos huracanados. Exhibiciones impúdicas, vergonzosas y desoladoras.
No resulta descabellado concluir que son múltiples las distracciones noticiosas que nos inundan cotidianamente y que desvían nuestra atención de los problemas reales a los que se enfrentan nuestras sociedades modernas y que son poco conducentes a la generación de actitudes positivas e ideas provechosas, puesto que simplifican hasta lo absurdo conflictos complejos que requieren de un análisis más detallado y fáctico, un diagnóstico más completo y soluciones más poliédricas que un mero tweet o slogan televisivo. A veces tengo la impresión de que el torrente de noticias que nos anega no es sino una mera proyección de una política del espectáculo dolosamente diseñada para distraer a la población general de un conocimiento mejor y más verídico de los múltiples y complejos retos que surgen en el devenir de cualquier sociedad civilizada, sacrificándose ante el altar del rating la consolidación del arraigo duradero de valores personales como el trabajo duro y bien hecho, la honradez y humildad personal y profesional, el respeto al prójimo, el respeto de las instituciones, así como la resiliencia y ejemplaridad de quienes procuran vivir de conformidad con estos valores.
El lector me perdonará si le confieso que escribo estas líneas embargado por la emoción que me ha causado el reciente fallecimiento de un compañero de trabajo y amigo, el zarautztarra Miguel Beristain Zumalde. Miguel era una persona entrañable, trabajador infatigable, profesional estupendo siempre dispuesto a ayudar a clientes y compañeros, a aprender cosas nuevas y a diseminar sus conocimientos y colaboración con desinterés. De profunda convicción cristiana, generoso de espíritu y de corazón, era donante de sangre y participó en múltiples empeños de servicio a la comunidad. Sufrió el duro embate que le trajo el mal fario de la muerte de su querida esposa Leti y siguió adelante en su labor de padre hasta la plena emancipación de su hijo Asier. Recién jubilado, otra vez el malhadado destino le castigó con un diagnóstico de la enfermedad contra la cual luchó con buen humor y entereza hasta el suspiro final. En resumidas cuentas, una vida ejemplar.
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Estoy convencido de que cada uno de nosotros conocemos a otros Migueles entre quienes nos rodean y con quienes convivimos, personas que a la chita callando, con naturalidad y sin necesidad de fasto, alarde o exhibición alguna, representan lo mejor de la condición humana y nos muestran el camino a para ser mejores personas. No tendrán el cartel de otros personajes mucho menos ejemplares, pero son indispensables para revelarnos la senda a seguir como miembros de una sociedad sana y de agradable convivencia. Personas modélicas y ejemplos a imitar por sucesivas generaciones. Eskerrik asko eta goian bego Miguel.
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