
¿Trabajar menos?
El objetivo debería ser ganar más, o si prefieren, ganar lo suficiente, pero trabajando lo mismo, y para lograrlo es imprescindible mejorar la productividad
Jorge Arévalo Turrillas
Domingo, 23 de marzo 2025, 00:02
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Jorge Arévalo Turrillas
Domingo, 23 de marzo 2025, 00:02
En el mundo actual, estamos comprobando un aumento constante en los precios de bienes y servicios, mientras que el acceso a la vivienda se torna ... cada vez más difícil, especialmente para las nuevas generaciones. La juventud, enfrentándose a sueldos bajos y a un poder adquisitivo menguante, encuentra complicado incluso alquilar una simple habitación en un piso compartido. Este panorama refleja una realidad que afecta a muchas familias y personas, cuyos ingresos no crecen al mismo ritmo que los gastos.
Además, la realidad demográfica en Euskadi, así como la caída drástica de la natalidad, nos plantea un dilema crítico para el futuro, del que no se habla lo suficiente. ¿Cómo vamos a cubrir los puestos de trabajo que van a necesitar nuestras empresas para poder mantener nuestro nivel de bienestar?
En este contexto, surge una pregunta que despierta un debate interesante: ¿es posible trabajar menos y, a la vez, vivir mejor? La Ministra de Trabajo ha puesto sobre la mesa la idea de reducir la semana laboral a cuatro días bajo el lema «trabajar menos, vivir mejor». Este planteamiento, aunque atractivo a primera vista, nos lleva a reflexionar sobre una cuestión más profunda: para mejorar la calidad de vida, ¿es suficiente trabajar menos, o es más importante ganar más para vivir mejor? Aunque muchos podrían coincidir en que ambas cosas serían buenas, las circunstancias actuales nos obligan a ser realistas y a no perder la perspectiva.
El objetivo debería ser ganar más, o si prefieren, ganar lo suficiente, pero trabajando lo mismo. Y para lograrlo, es imprescindible enfocar nuestros esfuerzos en un elemento fundamental: la mejora de la productividad. Sin un aumento significativo de la productividad este país tendrá que adaptarse a una economía más pequeña en términos de PIB per cápita. Y eso afectaría directamente al bienestar de nuestra sociedad.
La mejora de la productividad se podrá conseguir trabajando lo mismo, pero haciéndolo de otra manera. Trabajar de manera distinta supone adoptar nuevas formas de hacer las cosas. Significa, en esencia, adoptar un enfoque más estratégico y eficiente en las tareas laborales. Implica aprovechar al máximo la tecnología y las herramientas disponibles, fomentar la creatividad y la innovación, y priorizar resultados de efectividad en el trabajo, sobre la cantidad de horas invertidas.
Porque vivir mejor no depende únicamente de trabajar menos o de ganar más, sino de la manera en la que trabajamos. Si logramos integrar nuevas dinámicas de trabajo basadas en la productividad y la eficiencia, asegurando al mismo tiempo una remuneración justa, acorde al puesto de trabajo, estaremos construyendo un futuro donde el bienestar de las personas esté realmente en el centro del desarrollo económico y social.
En este sentido, los avances tecnológicos y los constantes cambios en el entorno laboral representan tanto un desafío como una oportunidad. Adoptar tecnologías avanzadas y adaptarse a ellas se ha vuelto un requisito imprescindible, no solo para las empresas, sino también para cada trabajador. La formación, la cualificación y la preparación de las personas son factores determinantes para mejorar la productividad, tanto a nivel individual como colectivo. Estos elementos permiten no sólo desarrollar habilidades técnicas, sino también adquirir la capacidad de reinventarse en un mercado cada vez más competitivo y orientado hacia la tecnología.
El futuro de Euskadi depende no sólo de que las políticas económicas, laborales y demográficas sean acertadas, sino también de que nuestra sociedad esté bien informada y sea consciente de la realidad de lo que hay. Y en todo ello, también, la educación y la formación son un pilar fundamental sobre el cual construiremos un futuro mejor, porque sin ellos, será difícil que lo consigamos. Debemos asumir la responsabilidad de formarnos continuamente y preparar a las futuras generaciones para vivir en un mundo que va a ser diferente.
Invertir en formación y cualificación no es solo un beneficio para las personas, sino un factor estratégico para las empresas y la sociedad en su conjunto. Este enfoque no solo mejora la productividad, sino que también prepara a las personas para que puedan afrontar los retos del futuro con mayor confianza y seguridad.
Pero para lograrlo, es necesario un esfuerzo conjunto entre empresas, trabajadores e instituciones, adaptando la organización del trabajo a la realidad cambiante y promoviendo la cualificación de las personas. Esto implica que las empresas deberán fomentar la formación, los trabajadores deberán estar dispuestos a aprender, a actualizar y a mejorar sus conocimientos y las administraciones tendrán que impulsar y facilitar estos procesos, poniendo los medios para tal fin. En mi opinión, sólo así se podrá alcanzar el equilibrio entre una mayor productividad, mejores salarios y una mejor calidad de vida para todos.
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