Borrar

A veces te sientes escritora bohemia y te vas a inspirar a un bar. Vaya, pues aquí no; hay demasiado olor a rabas o, peor, a aceite de rabas. La cafetería clásica con ruido de tazas y soplidos de calientaleches tampoco.

Por fin me siento ... lánguidamente en un bucólico establecimiento frente al mar; cómo no voy a sensibilizarme viendo pasar un velero. El caso es que el salitre me abre el apetito. Ahora echo de menos las rabas pero medito sobre una discusión reciente. ¿Cómo que en tu casa cenáis dos platos, primero y segundo, y acaso postre? La mayoría apostamos por un plato y vas que chutas, mientras que la cena de otros consiste en la apertura del frigorífico y el montaje de un bocata. Posturas, diversidad.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

diariovasco El calabacín y la flor