Secciones
Servicios
Destacamos
Conocí a un hombre sabio que siempre que se encontraba con alguien que presumía de culto, esbozando una media sonrisa le retaba: «Ah, muy bien, pues demuéstremelo: tome un pedazo de tierra baldía y cultive ahí una buena cosecha; seguro que sabrá hacerlo, ¿verdad?». Más ... allá de la broma, nuestro viejo amigo tocaba un asunto cardinal en relación a la cultura entendida como el aprovechamiento social del conocimiento.
Retengamos que 'cultural' no es opuesto a 'natural' sino su equivalente. Cultura deriva del latín 'colere', cultivar, por lo que la palabra que usamos para designar las actividades humanas más sofisticadas la hemos tomado del trabajo básico de subsistencia, el agrícola, germen de la civilización desde el Neolítico.
Asociar el crecimiento personal con el estiércol es lo que proponía el pionero de la ciencia moderna Francis Bacon cuando hablaba del «cultivo y abono de los espíritus». En esa metáfora se insinúa ya la transición desde una comprensión material de la cultura a otra más intelectual. O como ha expresado Terry Eagleton: el tránsito «del mundo rural al urbano, de la cría de cerdos a Picasso, de la labranza del campo a la escisión del átomo».
El mismo Eagleton, gran crítico de la cultura, aventuraba la hipótesis de que en el inconsciente colectivo habite una memoria de siglos de sequías y de hambrunas que explicaría el placer que nos producen las buenas manifestaciones de la cultura; como un banquete después de un largo ayuno. Aunque, al mismo tiempo, se da una paradoja que se hallaba implícita en la broma de nuestro irónico amigo citado al comienzo. Y es que las personas más sensibles a la cultura son sobre todo las del medio urbano, puesto que quienes cultivan la tierra apenas tienen tiempo libre para cultivarse.
Una notable excepción es el jardinero, pedagogo y escritor navarro Santiago Beruete. En opinión de este estudioso de la cultura y de la agricultura, alguien realmente 'cultivado' no lo es solo porque ha leído mucho o maneja las tecnologías, sino sobre todo porque tiene conciencia de su lugar en la Tierra, en el ecosistema. En tal sentido, difícilmente consideraremos 'culto' al tipo humano característico de nuestra época, dotado de no pocos conocimientos pero con un pobre 'conocimiento' ya que carece de una visión sistemática y profunda de la realidad y sobre su posición en ella. Y al que le falta la humildad del trabajador de la naturaleza. Humildad viene de 'humus', estiércol: el que abona nuestro suelo y alimenta nuestro espíritu.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Las zarceras tras las que se esconde un polígono industrial del vino en Valladolid
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.