Por qué al dirigirnos a un desconocido muchas veces comenzamos por el vocativo 'perdone'? «Perdone, me dice la hora», «perdone, se le ha caído un guante...», «ya perdonará, pero yo tuve un perro como el suyo». Si damos por hecho que hablar sin que nos ... lo pidan es motivo de disculpa se debe a que las conversaciones casuales están en claro declive, a que las evitamos hasta en situaciones que antes eran de obligada cháchara como el ascensor, el taxi, la peluquería, la consulta del dentista... Esto puede parecer un detalle insignificante, pero no lo es.
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Los llamados 'lazos débiles', pese a que los desdeñamos, juegan un papel en absoluto banal en el ámbito de las relaciones humanas. Su valor es evidente para las personas mayores, y sobremanera para las que viven solas, pero igualmente para quienes gozan de una red de 'lazos fuertes' (familiares, amigos y cuantos participan de nuestro universo de relaciones). Dicen los especialistas que el contacto incluso superficial con gente nueva posee saludables efectos y contribuye al enriquecimiento personal. Será por esto que el New York Times ha elegido «Hablar con desconocidos» como una de las tendencias del año 2023. ¿Pero va en serio o se trata solo de un desiderátum?
Es un axioma de las sociedades tecnologizadas que a mayor conexión digital, menor comunicación real. Si nuestro «perdone...» lo dirigimos a alguien enfrascado en su pantalla, y ya no digamos si lleva auriculares puestos, es posible que reaccione con fastidio. Vamos asumiendo que cualquier señal lanzada por un dispositivo tiene prioridad sobre el cara a cara: ¿cuántas veces al sonar el teléfono nos han dejado con la palabra en la boca... y en este caso sin molestarse en pedir disculpas?
No obstante, puede que algo se esté moviendo como aventura el NYT. Sobre la pared de un café han colgado un letrero que advierte «Los móviles pueden perjudicar seriamente el ambiente»; y sabemos que un atractivo de Blablacar es, como promete su nombre, poder parlotear con extraños (actividad últimamente tan desacostumbrada que la propia empresa a través de su web ofrece «26 ideas para romper el hielo en el coche y charlar a gusto»).
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Puede que el cultivo de la conversación 'en vivo y en directo' recobre su viejo prestigio tertuliano. Porque permite escuchar y ser realmente escuchados, y porque —reconozcámoslo— hemos llegado a un punto en que rebelde con caus a es aquel que aparca las pantallas y los 'me gusta' para darse al palique. Sin otra pretensión que hablar por hablar.
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