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La oposición democrática rusa está viviendo una pesadilla. Esto lo denunció mímicamente Oleg Orlov durante el simulacro de juicio del que salió condenado a dos años y medio de prisión por «desacreditar reiteradamente» a las Fuerzas Armadas rusas, un nuevo delito que se ha sacado ... de la manga la dictadura putiniana para silenciar las voces críticas. Durante la vista oral, Orlov, copresidente de la organización Memorial, Premio Nobel de la Paz en 2022, renunció a defenderse a sabiendas de que su sentencia estaba ya dictada y se dedicó a leer. Y no cualquier cosa, sino la novela 'El proceso' de Franz Kafka. No podía ser más expresivo sin necesidad de abrir la boca: igual que en la sociedad burocrática y absurda de Josef K., poblada de funcionarios y de verdugos perfectamente intercambiables, en la Rusia actual «tener un proceso significa haberlo perdido ya».
Al compás de los capítulos de esa obra maestra e inacabada del escritor de Praga, de quien este lunes se cumple el centenario del fallecimiento, acompañamos a un modesto empleado de banca, Josef K., desde la mañana en que despierta en su habitación rodeado de polizontes cuya presencia insinúa su procesamiento por motivos que nunca se conocerán, hasta su sentencia por un tribunal sin rostro. Pasión y muerte envueltas en la atmósfera tenebrista de un mundo regido con una lógica absurdamente rígida y desalmada entre títeres de carne y hueso manejados por un perverso demiurgo (el adjetivo 'kafkiano' halla ahí su raíz). Al lector le sobran motivos para preguntarse si Josef K. de verdad se ha despertado.
«No puedo dormir. No hago más que soñar, no dormir», escribía en sus diarios en el verano de 1913. Y solo unos meses después confiesa a su prometida Felice Bauer: «Soy más útil dormido que despierto». Quizá quiso con esto Kafka confirmar lo que por esos mismos años teorizaba Freud: que soñar ensancha la experiencia, recrea posibilidades irrealizadas y, al franquear los límites de la actividad consciente, ilumina regiones recónditas del yo. Y que la oposición radical entre estado de vigilia y estado onírico carece de validez. «La vida y los ensueños son páginas de uno y el mismo libro», dirá Schopenhauer.
Entre sueño y vida, a veces se nos abren abismos; de ello da razón toda la obra de Kafka. La existencia se vuelve pesadilla cuando una mañana cualquiera uno se encuentra metido en un 'proceso'. Que los rusos toman esto muy en serio, lo acredita su viejo dicho: «Del saco de mendigo y de la cárcel, nadie está a salvo».
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