Hasta el 11 de junio en Cristina Enea de Donostia se puede visitar una exposición preciosa y preciosista de más de doscientas ilustraciones botánicas realizadas por artistas científicas. Posee un valor doble, pues por un lado se nos muestra la evolución de los procedimientos (desde ... el dibujo y el grabado hasta las herramientas digitales pasando por la fotografía, el microscopio o el escáner), y por otro permite adentrarse en las relaciones, no siempre evidentes, entre arte, ciencia y género desde el siglo XVII hasta la actualidad.

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El historiador y sociólogo Steven Shapin denominó «las técnicas invisibles» a las pioneras de la ilustración científica: hijas, hermanas y esposas de naturalistas que, en el recogimiento del hogar, casi como una extensión de sus deberes familiares, plasmaron visualmente las investigaciones de aquellos. A menudo no firmaban ni se reconocía su trabajo públicamente; fue el caso de dibujantes del talento de Sophie, esposa de Georges Cuvier, o de Harriet Anne, hija del botánico y explorador Joseph Dalton Hooker. Aunque también las hubo que alcanzaron la profesionalidad en el oficio gráfico como Hélène Dumoustier de Marsilly, que formó un compenetrado tándem con el gran Réaumur, Madeleine Basseporte, elogiada por Rousseau, o Barbara Regina Dietzsch, entre otras.

Fuese de forma más o menos manifiesta o desde el anonimato, la feminización de la ilustración naturalista en el XVIII se ha explicado como un cauce a la creatividad de artistas que, por su sexo, tenían vedados los géneros de mayor prestigio en aquel momento como los históricos y los religiosos reservados a los varones. Por contra, 'la pintura de flores' se consideraba una modalidad inferior −sus cultivadores raramente eran admitidos entre las élites académicas−, y más acorde con la sensibilidad femenina.

Teniendo esto en cuenta, puede concluirse que la posición subordinada de aquellas artistas respecto de los naturalistas se fijaba en un doble plano, como mujeres y como artesanas asalariadas. Cabe aventurar la hipótesis de que esta circunstancia favoreció el desarrollo de una excepcional acuidad visual e intelectual para este género en algunas de ellas, lo que las haría aún más valiosas como 'instrumentos' al servicio de sus empleadores o familiares. Pero la exposición 'Ellas ilustran botánica. Arte, ciencia y género' prueba que muchas creadoras no se conformaron con el papel de simples subalternas y consiguieron labrarse un camino propio como artistas y como científicas.

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