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Utopía es palabra de etimología griega, 'ou topos', que significa «ninguna parte». Hay quien dice que las utopías son ensoñaciones de un tiempo pasado, pero no es verdad. Conocemos una: se llama Próspera. Geográficamente se ubica en la isla caribeña de Roatán, aunque legalmente se ... halla en ninguna parte. Una especie de Estado dentro del Estado hondureño con sus leyes, su sistema judicial, su policía y donde todo (educación, sanidad, servicios públicos) es privado. La empresa o particular que se domicilia allí es libre de elegir el marco normativo que más le convenga, rigiéndose por la legislación de Singapur, de Yibuti o de Luxemburgo, por ejemplo. Y sin pagar impuestos locales, pues ¿para qué contribuir a un no-lugar?
Un grupo de libertarios y anarcocapitalistas norteamericanos ha fundado ese 'paraíso' ultraliberal al que quieren atraer a millonarios ávidos por engordar aún más sus cuentas, vivir eternamente y huir de cualquier tipo de responsabilidad social. La elección del enclave resulta expresiva: Honduras, país con dos tercios de su población bajo umbral de la pobreza, gangrenado por una corrupción endémica y democracia vacilante.
Las grandes utopías históricas, desde la de Tomás Moro que dio nombre al concepto hasta las comunas ácratas, compartían una serie de rasgos que esta contrautopía anarco-libertaria reduce al absurdo. Así, la preeminencia del bien colectivo sobre el individual o la igualdad radical de toda la comunidad. En Próspera, esto se muda en la más inescrupulosa insolidaridad: la población indígena de la isla recibe entre nada y migajas; la justicia social, ideal utópico por excelencia, aquí provoca risa. Los únicos 'derechos' que se reconocen son los de seguridad, libertinaje económico y prosperidad para exclusivo beneficio de los 'prosperianos' y sus familias.
Sin embargo, en algo sustancial coincide con la Nueva Atlántida, país de jauja imaginado por Francis Bacon hace cuatro siglos: la fe ciega en que la ciencia y la tecnología resolverán todos los problemas humanos, incluida la finitud de la vida. En Próspera se llevan a cabo ensayos clínicos de terapia génica de longevidad no validados en ningún otro país que, según sus promotores, abrirán la puerta a la inmortalidad (previo pago de 25.000 dólares por cada inyección). Así es «La ciudad donde la muerte será opcional».
Un paisano ironiza: tras toda una historia de humillaciones como 'patio trasero' de Estados Unidos, en Honduras ya solo nos faltaba esto: gringos sin fecha de caducidad.
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