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El Partido Nacionalista Vasco acaba de pactar la reforma fiscal con los socialsanchistas del PSE y la izquierda radical de Podemos. Esta vuelta de tuerca ... impositiva está en línea con la ideología colectivista que promueve un estado social con mucho apetito de ingresos y un creciente intervencionismo gubernamental en las políticas económicas y empresariales. El abrazo con la izquierda se ha producido en un paréntesis de vacío de poder, cuando todavía no se ha ido Andoni Ortuzar de la presidencia del EBB y el futuro jefe del partido, Aitor Esteban, aún no ha tomado posesión. Una periodista de El Correo que conoce a la perfección los entresijos de Sabin Etxea (el Ferraz del PNV) se preguntaba estos días si en el partido hay dos almas; si el PNV se ha hecho de izquierdas o sigue siendo la derecha nacionalista vasca. Si «el partido guía», como el analista Santiago González denominó al PNV durante años, ha perdido sus señas de identidad o está jugando al oportunismo político coyuntural.
Ante una afiliación desconcertada, los mensajes de la cúpula se confunden y se solapan. El nuevo portavoz nacionalista, Diez Antxustegi, trataba de calmar la inquietud de las bases, sobre todo de clase media, afirmando que los votantes «pueden estar contentos porque la reforma fiscal no es de izquierdas». Ortuzar, que fue quien rompió la palabra dada y entregó sus votos a la investidura de Sánchez, decía recientemente que el PNV «es un partido de centro». Reivindicarse de centro apuntalando como socio preferente el bloque radical izquierdista que sostiene a Pedro Sánchez roza el fraude a sus electores y a la propia historia de un partido que durante décadas ha militado en la Democracia Cristiana y que, sin debate, ni asambleas de las bases, ni programa electoral, se ha alineado con armas y bagajes con el sanchismo.
Desde que Ortuzar apostara por abrazarse a Sánchez, el PNV ha entrado en un laberinto ideológico que le hace irreconocible. Y, como consecuencia, su base electoral, tan obediente y leal durante décadas, se está resintiendo y un porcentaje migra a la abstención, mientras los hijos que no van a losa batzokis se pasan a Bildu. Voces dentro del PNV reprochan a Andoni Ortuzar haber abusado de colocar en puestos del partido a sus afines. Con un tono deportivo, le acusan de haber cogido al PNV en la Champions y dejarlo en Segunda, que el partido ha dejado de ser un buen gestor por vivir de la inercia de los años buenos. Y que la izquierdización de la formación responde al intento de quitar votos a Bildu, con el riesgo de que en lugar de eso muchos opten por la abstención o pasarse al PP. Tiempos de desolación como diría Ignacio de Loyola.
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