Cuando a alguien le diagnostican alzhéimer lo primero que se pone como coraza es su propio valor para aceptarlo y fortaleza para encararlo de frente. Pero el tiempo pasa y llegan los olvidos, la evolución de la enfermedad y la cruda verdad a la que ... debes enfrentarte todos los días: ellos al olvido y tú, como familiar, a no querer verlos perderse en su olvido. Te das cuenta de que no eres capaz de cuidarlos adecuadamente por mucha voluntad que pongas y sientes que necesitas ayuda. Ahí comienza un camino de silencios y de soledades, de acompañamientos por otros familiares. Pero, ¿y las instituciones? No esperes nada, buscas pero no hallas, las instituciones parece que olvidan, parecen tener alzhéimer. Te apuras porque tienes que llenar su tiempo, no quieres ver que tu familiar se desespere porque no sabe qué hacer y buscas un centro de día. Solo encuentras privados y tu bolsillo te recuerda que no eres rico. Al final, estas personas que olvidan no tienen nada. Se van perdiendo en su memoria. Pero sobre todo se pierden en el 'alzhéimer institucional' de la Diputación y el Ayuntamiento. Necesitan un centro de día público donde estructurar un tiempo que se les escapa. Donde pacientes y familias encuentren seguridad.
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