Lectores de sensibilidad
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EL OFICIO DE VIVIR ·
En el Realismo socialista los personajes nos sonríen satisfechos y vitalistas, como quien posa hoy para InstagramCon la Revolución rusa de 1917 se abrió una nueva era para la que se necesitaba un arte también nuevo. Tras una primera etapa vanguardista sucedió otra conservadora, bajo Stalin, que mezcló el arte con el adoctrinamiento y la propaganda. Era el Realismo socialista un ... canon estético que visualizaba la eliminación de todas las oposiciones y la superación dialéctica de todos los conflictos. En él los personajes nos sonríen satisfechos y vitalistas, como quien posa hoy para Instagram: parecen en el mejor de los mundos posibles.
No conforme con eso, Máximo Gorki propuso que todos los grandes libros de la literatura universal fueran reescritos en clave marxista-leninista. De ese modo, al pueblo le quedaría bien claro que el Quijote representa la decadencia del feudalismo estamental, que Hamlet personifica la tortuosa transición hacia el Estado moderno, y que el extraño caso del doctor Jekyll y míster Hyde ilustra la crisis del capitalismo británico. No se llegó a tanto, pero sí que se manipularon muchas traducciones de obras extranjeras para ajustarlas a la ideología y a la poética dominantes en el país de los soviets.
Aquellos reescribidores bolcheviques podrían verse como precursores de los 'lectores de sensibilidad', profesión ahora en alza en Estados Unidos. Su misión consiste en revisar los libros antes de su publicación buscando pasajes potencialmente hirientes o impolíticos: rastrean y corrigen todo lo que huela a racista, homófobo o misógino, aquello que pueda irritar a personas con discapacidad, obesos, personas de cualquier género sexual o inclinación espiritual. Sin pararse en distinciones entre la opinión del autor y la de su personaje, cuanto se perciba como poco sensible hacia las minorías ha de quedar laminado. Peligrosa cultura de la precaución que tiene atenazados a muchos creadores.
Ampliando su campo de intervención, también hay guardianes de lo textualmente incorrecto especialistas en pasarle el cepillo a la literatura infantil clásica para proteger a los pequeños de clichés o prejuicios que puedan afectar a su recta formación como ciudadanos estrictamente inclusivos.
Cabe preguntarse si, en estos como en otros casos de actualidad, no sería más sano y democrático fomentar el sentido crítico y autocrítico en vez de imponernos una lectura pasiva. Es decir, que la razón y la sensibilidad se desarrollen sin tutelas censoras. Obrar de otro modo es tratarnos como a personitas incapaces de pensar por sí mismas. Someternos a un nuevo Realismo progresista.
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