En verano, debido al calor, se recomienda que realicemos comidas ligeras y, también, aunque no deje de sorprenderme, nos recomiendan a menudo lecturas ligeras. En primer lugar, no sé a qué nos referimos cuando hablamos de lecturas ligeras, y si debo entenderlo como un sinónimo ... de inanidad aún lo comprendo menos porque las lecturas inanes suelen resultarme pesadísimas; en segundo lugar, se supone que en verano estamos más distendidos y tenemos más tiempo para leer. Yo, en estas semanas estivales, suelo aprovechar para leer algún clásico y créanme que los disfruto.
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De todas formas, me extraña eso de las lecturas ligeras tanto como me extraña la necesidad de 'desconectar' porque, muchas veces, la rutina no nos permite estar conectados con nosotros mismos. El verano debería ser más bien el periodo en el que miráramos de frente a las grandes historias de los libros y a nuestras historias personales, sean ligeras o no, antes de que el estrés y la monotonía nos atrapen de nuevo.
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