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En los meses que precedieron al estallido de la II Guerra Mundial, el belga de origen ruso Victor Serge publicó 'Medianoche en el siglo', al mismo tiempo que el austriaco Stefan Zweig, exiliado en Brasil, redactaba 'El mundo de ayer. Memorias de un europeo' que ... vería la luz tras su suicidio junto a su esposa en 1942.
Serge, tres años cautivo en un gulag estalinista, muestra cómo el camino hacia el paraíso comunista fue empedrado con cadáveres de inocentes ejecutados en cumplimiento de las 'cuotas operacionales' que fijaba la burocracia comunista con idéntica frialdad estadística que los objetivos de cosechas, la producción de acero o la extracción de mineral. Sacrificio de seres humanos en aras al más elevado ideal humano.
Con un tono radicalmente distinto, Zweig nos traslada a la dulce vida en Viena durante «los últimos años de confianza en Europa», capital del imperio austrohúngaro bañada en una atmósfera de tolerancia espiritual y de cosmopolitismo. El continente se hallaba encima de un polvorín, pero casi todos preferían pensar que los valores europeos triunfarían dado su elevado sentido moral y su mayor racionalidad. Hasta que la tierra se abrió bajo sus pies en forma de trincheras y devoró casi 20 millones de vidas.
En un pasaje de una actualidad estupefaciente, Zweig acusa a los pequeño-burgueses acomodados (clase a la que él mismo pertenecía) del ascenso del totalitarismo: «En aquella época liberal, trágica en su debilidad y enternecedora en su humanidad, la aversión a todo acto violento y al derramamiento de sangre era tan grande que el gobierno cedió ante el terror de los nacional-alemanes».
Dos testimonios sincrónicos sobre momentos y lugares de la historia reciente de Europa, continente exquisito y estremecedor «donde el jardín de Goethe es casi colindante con Buchenwald, donde la casa de Corneille es contigua a la plaza en la que Juana de Arco fue horriblemente ejecutada», según la conocida cartografía de Georges Steiner.
Es inevitable preguntarse si, entre la nostalgia por el ayer y el miedo al mañana, nos estamos acercando a una de esas horas en que la noche más profunda cae sobre la historia y todas las esperanzas se hacen añicos. Hay motivos para la inquietud y de ello se aprovechan aquellos que no tienen más proyecto ni solución que el fervor nacionalista, el autoritarismo y el odio al distinto, contando como aliados con nuestra apatía y egoísmos. ¿Será la vuelta a la medianoche de la barbarie solo una vuelta a la 'normalidad europea'?
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