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En nuestras sociedades democráticas basadas, teóricamente, en la práctica de la libertad individual y social no es real que toda la ciudadanía participe con las mismas posibilidades para con todos los bienes y oportunidades ni que todos seamos iguales. Las desigualdades personales y grupales, la ... diversidad de las oportunidades que la vida ofrece, las relaciones de todas clases que entretejen la vida social son generadoras muchas veces de diferencias, desigualdades e injusticias a veces sonrojantes. Diferencias sociales que exigen de la solidaridad imprescindible en una sociedad que se dice coherente corresponsablemente con la dignidad de las personas. Desigualdades personales y diferencias sociales que en ningún caso han de impedir la satisfacción real y práctica de los Derechos Humanos de todas las personas, ya que sin ellos carecería de sentido hablar de dignidad humana. En otro orden de cuestiones se trata de impulsar tanto la solidaridad para con el más vulnerable social como el respeto al distinto a uno mismo, implementar el reconocimiento de su valor y sobre todo de esa su dignidad, y entre ellas su derecho a no quedarse atrás socialmente y/o su derecho a ser diferente en su forma de pensar, sentir y actuar. Ese derecho a la igualdad de oportunidades y al respeto al diferente que reivindicamos ha de llevar al reconocimiento de que el otro o la otra, pudiera disponer y disfrutar de la misma libertad e igualdad de oportunidades que para nosotros reivindicamos. Y ello aunque desde nuestro punto de vista unos y otros pudieran ser consideradas como sospechosamente perjudiciales y contrarios a nuestros supuestos intereses, maneras de ser y apreciaciones.

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