Misterios del organismo
Giputxirene ·
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Giputxirene ·
Las Jornadas de Cine Médico tuvieron durante el franquismo un valor socialmente catárticoEn el paraíso de nuestra infancia había árboles repletos de frutos en forma de estantes con libros. De todos podíamos comer, excepto de uno situado ... en la parte alta de la biblioteca. Eran «libros para mayores». Tentados por aquellos volúmenes del 'Index librorum prohibitorum' en versión doméstica, nuestro interés por la lectura se multiplicaba.
Encaramándome, atisbé un lomo que rezaba 'Vida sexual sana', otro trataba sobre un grupo de mujeres y hombres que durante cien días vivieron aislados en un barco en el Atlántico (mi imaginación se desbocaba elucubrando lo que pudo suceder a bordo), había algo de 'W. Reich' (¿historias guarras de nazis?), el Informe Hite en francés y no sé qué más. Para mi decepción, ninguno llevaba santos que merecieran la pena.
Tiempo después cayó en mis manos un ejemplar titulado 'Comportamiento sexual de los vascos' y me hizo gracia que su autor fuera un sacerdote (el antropólogo José Mª Satrústegui), gremio con muy limitada experiencia al respecto, no diré que práctica, pero sí teórica, según me constaba desde los años escolares. Un ejemplo. En Ciencias Naturales de BUP había una lección (la 17) sobre 'El sistema reproductor'. Pues bien, llegado el esperado momento, nuestro ensotanado profe anunció glacialmente: «Y una vez terminada la 16 pasamos a la siguiente... Lección 18».
En fin, a quienes crecimos en tal ambiente no nos ha de extrañar lo que el doctor Pedro Gorrotxategi cuenta en el libro 'Ciencia, cultura y sociedad en las Jornadas Internacionales de Cine Médico de San Sebastián', que el próximo viernes se presenta en la sede del Colegio Oficial de Médicos de Gipuzkoa. Un certamen donde, entre 1969 y 1992, se proyectaron un millar de cortometrajes científicos, trescientos videos y cien largometrajes de más de treinta países, y que durante el franquismo tuvo valor socialmente catártico.
Los pases de los documentales de educación sexual, producidos para las escuelas alemanas u holandesas, generaban largas colas de un público ávido por desentrañar los misterios del organismo. Aunque quizá lo más chocante desde el punto de vista actual sea la manera en que la prensa de la época trataba el tema, hablando de la homosexualidad en términos de 'anormalidad', o lamentando que la sexología, con su frialdad racionalizadora, pudiera acabar con el dulce encanto del sexo ignorante.
Difícilmente alguien podrá sentir nostalgia por ese tiempo moralmente tan pacato, lo que no nos impide reconocer que hoy el sexo se instrumentaliza quizá como nunca antes: del oscurantismo y la represión hemos pasado a la banalidad y el mercadeo.
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