![El mundo después de la pandemia](https://s1.ppllstatics.com/diariovasco/www/multimedia/202107/04/media/cortadas/65774400--1248x1240.jpg)
El mundo después de la pandemia
REPENSAR EUSKADI ·
Nos podemos encontrar con un renovado interés por la salud pública, profundas reformas en fiscalidad o una ciudadanía que ansía la estabilidadSecciones
Servicios
Destacamos
REPENSAR EUSKADI ·
Nos podemos encontrar con un renovado interés por la salud pública, profundas reformas en fiscalidad o una ciudadanía que ansía la estabilidadTony Judt dejó escrito en el año 2010 que sospechaba que la humanidad se adentraba en un periodo problemático, ya que la globalización actuaría como una fuente de incertidumbre para miles de millones de personas. Tiempo después de aquel augurio, las palabras del historiador inglés ... resuenan con fuerza.
Los años 10 del presente siglo comenzaron con una convulsión financiera de la que surgieron eventos políticos morbosos, como el Brexit o el auge del autoritarismo. Y, en la recta final de la década, empezamos a librar una larga lucha contra el Covid-19. Se ha hablado mucho sobre cómo saldremos de la pandemia, pero no tanto sobre las profundas transformaciones que nos vamos a encontrar en el mundo después de la misma. Por ello es importante analizarlas, y comprender los puntos de inflexión que están ya cristalizando.
En primer lugar, los últimos meses han situado en el centro del debate el rol de la salud y los cuidados en nuestras sociedades. Igual no salimos mejores, pero sí más conscientes de la posibilidad de que broten crisis que hagan temblar a la salud mundial, y que la misma es un bien común global a defender. De ahí las llamadas a dotar de mayores recursos y reformar la Organización Mundial de la Salud.
Además, las imágenes de las UCIs y las marañas de tubos sobre pacientes no solo han servido como revulsivo para dar más importancia a la salud pública, sino también a aquellos que nos cuidan. Personas trabajadoras –desde cajeras de supermercado a profesionales de la sanidad– cuya labor es esencial y sostiene la vida. Esta reflexión debería impulsarnos a atajar la precariedad laboral que muchas personas padecen en el entorno vasco, tanto en el sector privado como en el público.
Otro punto de inflexión que se está dando, y cuya marea es previa a la pandemia, es el cambio en la narrativa económica. Desde la llegada de Reagan y Thatcher en los años 80 blandiendo los libros de Friedman, la enseñanza y la política económica ha incentivado la liberalización de mercados y la jibarización del rol económico del Estado. La masiva inyección de fondos públicos a compañías farmacéuticas para desarrollar vacunas en tiempo récord, así como la impresionante respuesta económica y fiscal de la Unión Europea, parecen haber sido el último empujón para transitar hacia una nueva comprensión de la economía, donde los Estados son actores necesarios en un complejo ecosistema de agentes privados, públicos y procomunes.
La llegada de Joe Biden a la Casa Blanca está consolidando este nuevo marco económico, en el que hay seguir con interés los debates en torno al sistema fiscal y la evolución de los salarios. La declaración del G7 para instaurar un tipo mínimo de sociedades del 15% y el creciente hincapié en temas salariales son ejemplos de ello. Estos temas son de especial interés para Euskadi dado que, por un lado, contamos con amplias competencias fiscales y, por otro, nuestra menguante población activa generará tensión en las empresas para incrementar sus ofertas salariales y atraer así a los perfiles que necesitan.
Por último, la pandemia ha dejado una profunda huella a nivel social y político. La primera convulsión sanitaria global ha reforzado la necesidad de estabilidad entre la ciudadanía. No hay nada más aleccionador que un evento extremo global, seguido de una decidida y masiva respuesta institucional y pública, para que las personas ansíen recuperar el equilibrio, y se alejen de posiciones maximalistas respecto a debates territoriales e identitarios. Cuestiones que hoy en día empiezan a sonar menos atractivas. La significativa caída del apoyo a la independencia en Euskadi, la distensión que se abre en Cataluña tras los indultos o el fallido despegue de la extrema derecha francesa en las últimas elecciones parecen reforzar esta tesis.
En resumen, en el mundo después de la pandemia nos podemos encontrar con un renovado interés por la salud pública global, el reconocimiento de la centralidad de los cuidados, la apertura de una nueva etapa de narrativa económica, profundas reformas en fiscalidad internacional (haciendo por fin trizas la servilleta de Laffer), un nuevo brío en temas salariales y, por último, una ciudadanía que ansía la estabilidad económica, social y política tras largos meses de convulsión.
De todas formas, no es oro todo lo que reluce, y no hay que olvidar la advertencia de Tony Judt respecto a la alta probabilidad de que en los próximos años sucedan nuevos eventos extremos, siendo los más probables aquellos relacionados con el cambio climático. De ahí la necesidad de prepararnos para los mismos, y empezar a desplegar con tiempo los sistemas de alerta temprana y el arsenal de medidas que, a buen seguro, necesitaremos durante la presente década.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.