Es este un tema adecuado para la máxima bíblica: «El que esté libre de pecado, que tire la primera piedra». La historia de los distintos 'servicios secretos', de los israelíes a los cubanos, de la CIA a la KGB, está sembrada de violaciones de los ... derechos humanos, golpes de Estado y crímenes políticos. La «celebérrima organización» tal y como la menciona Vargas Llosa en su espléndida 'Tiempos recios', gana posiblemente a la KGB en cuanto a la práctica de conspiraciones contra regímenes democráticos, al preferir el comunismo soviético variantes de la vía estaliniana de «democracias populares». Pero en persecuciones y asesinatos personales se imponen Stalin y sus herederos.
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Contaba con una larga tradición, forjada ya bajo Iván el Terrible, con la aplicación del castigo «por palabra y hecho» (slovo i dielo), es decir, por actos cometidos o por palabras pronunciadas contra el autócrata. La delación se convertía así en medio para eliminar cualquier disidencia y no denunciar constituía ya delito. Stalin retomó el principio en el Código Penal de 1934, cerrando así el círculo de su sistema de represión generalizado. La vida soviética era la propia de gentes atemorizadas, de una «sociedad de susurrantes» (O. Figes), donde el 8% de la población sufrió de un modo u otro el castigo del régimen.
Stalin amplió aún más el círculo, condenando a las familias de los reos y, como en el caso de mi amiga Irene Falcón, incluso a las amantes de los mismos en el pasado, supuestamente conocedoras de su traición. Fue una práctica habitual, aplicada pronto a los familiares de los viejos dirigentes bolcheviques ejecutados.
Nueva ampliación, ahora hacia el exterior, a través de la Internacional Comunista, donde la exigencia capital fue el pleno sometimiento a la «patria del socialismo». La purga fue ya brutal antes de 1939 y resurgió con fuerza entre 1945 y 1956, bajo las «democracias populares» y en el seno de los partidos comunistas del exilio. La verdad en la acusación sobraba. Recordemos 'La confesión' de Arthur London. Alguien resultaba sospechoso o era incómodo: asesinato al canto. Con proceso o «al borde de una carretera».
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Incluidos los más prestigiosos dirigentes comunistas. Togliatti rechazó la propuesta de Stalin de dejar el PCI para dirigir la Cominform. Respuesta: atentado fallido por camión. «Son cosas que ocurren», comentó Beria sobre el incidente. En 1964, Togliatti muere de un derrame cerebral en Crimea apenas ha elaborado el 'memorial de Yalta', alternativo a la hegemonía de la URSS. Un mes antes, el líder francés Maurice Thorez fallece cerca de Crimea, cuando está cerca la eliminación de Jrushov en la URSS. Su sucesor en Francia, Waldeck-Rochet, condena la invasión de Praga por el Pacto de Varsovia en 1968: «¡Brezhnev es un cerdo!», exclamó. Es operado en junio del 69, al asistir a la Conferencia Mundial Comunista en Moscú. No se repondrá. Y, por fin, cuando prepara en 1973 el viraje del «compromiso histórico», Enrico Berlinguer es atropellado por un camión en la leal Sofia. El método se aplicó asimismo a figuras de segundo orden, incluso pasados los años, caso de Vittorio Vidali, el 'comandante Carlos' de nuestra Guerra Civil, por una simple protesta en 1934 al Socorro Rojo. Menos mal que los camiones no eran muy precisos.
En 2004, desde 'La Rusia de Putin', Anna Politkovskaïa denunciaba que «un largo invierno de hielo se instala sobre Rusia». «Vladimir Putin –escribía– es un producto puro de los servicios secretos, nunca consiguió superar sus orígenes y nunca dejó de comportarse como un teniente coronel de la KGB». Lamentó el fin de la URSS como una catástrofe, mostrando un sentimiento nacionalista soviético, elogiado por Vázquez Montalbán. Solo que la KGB llevaba consigo el crimen político. Anna Politkovskaïa murió acribillada en octubre de 2006.
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La secuencia del intento de envenenamiento, exilio y encierro de Alexéi Navalni responde a ese retorno a los orígenes. No es la primera víctima. La acusación de Joe Biden está más justificada. Entretanto cualquier lector puede comprobar en 'Russia Today' que la conjugación de la mentira y de una permanente agresividad antioccidental, propias en el pasado de 'Pravda', gozan de perfecta salud. Nada menos que el 90% de los catalanes estaban en 2017 por la independencia, afirma en un reportaje escrito a favor de Puigdemont. Propina: constante exaltación de Trump. Y ahora Rusia respalda abiertamente a la Junta criminal de Myanmar.
Además tampoco la crisis se va a quedar en palabras. Más allá del constante bombardeo sobre la figura de Biden, Putin ha elegido para atacar el punto más sensible: Ucrania. Las violaciones del alto el fuego en el frente del Donbass se han multiplicado y ahora Rusia desplaza sus tropas a la frontera, avisando de que si la OTAN ayuda a Ucrania sería «gravísimo». De nuevo la táctica soviética desde los días de Abjasia contra Georgia.
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